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"Ya no hay pobres", por Mons. Felipe Arizmendi

Analizar los índices que se toman en cuenta para calificar la pobreza

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YA NO HAY POBRES 
+ Felipe Arizmendi Esquivel
Obispo de San Cristóbal de Las Casas
VER
Estando de vacaciones en mi pueblo natal, Chiltepec, un sobrino me dijo que, después de las fiestas patronales a la Virgen de Belén, habían sobrado más de doscientos mil pesos, y que habían pensado, junto con el párroco, destinarlos a renovar el decorado del templo, cosa que, en mi concepto, no hace tanta falta. Le dije que a la Virgen le gustaría mucho que, en vez de eso, se le hiciera una casita a una persona pobre del pueblo, o se ayudara de alguna forma a los pobres.
Para mi sorpresa, me dijo que en el pueblo ya no había pobres… Me hizo ver que un buen número de familias recibe remesas de quienes emigraron a los Estados Unidos, y regularmente envían dinero a los suyos. Los hermanos de un sacerdote del lugar han implementado una importante empresa de flores, también para exportación, y dan trabajo a cientos de personas, tanto que escasea la mano de obra. Otros se han dedicado a cultivar jitomates bajo invernaderos, chiles manzanos para exportación, aguacates, etc. Ciertamente ha mejorado mucho la vida de la comunidad. Sin embargo, buscando y buscando, dimos con una persona muy pobre; la visitamos y le ofrecimos construirle una casita sencilla. No quiso; sólo nos aceptó que le construyéramos un baño, cosa que hicimos no con el dinero del templo, sino con aportaciones voluntarias nuestras.
¿Ya no hay pobres? ¡Claro que los hay, y demasiados! Sólo hace falta corazón y cercanía para descubrirlos y ver qué podemos hacer por ellos y con ellos.
En el reciente informe del gobierno federal, se afirma que, en el país, han disminuido más de dos millones las personas en pobreza extrema. Pero se reconoce que más de cincuenta millones de mexicanos viven aún en pobreza.
Hay que analizar los índices que se toman en cuenta para calificar la pobreza. Porque, por ejemplo, Chiapas ocupa uno de los lugares altos de pobreza, sobre todo en poblaciones indígenas. Pero en mis casi 27 años que llevo aquí, he visto cambios muy notables: hay más carreteras, más electrificación, más escuelas, incluso de nivel medio y superior, más clínicas, aunque no suficientemente dotadas, más agua entubada en las casas, piso firme en casi todos los hogares, televisión, radio y electrodomésticos en muchísimos domicilios, mejores construcciones domésticas, con sus servicios. Miles de chiapanecos, incluso los calificados en pobreza extrema, cuentan con teléfonos celulares, y sostenerlos cuesta dinero, que buscan y tienen. Es decir, que ha mejorado el nivel general de vida, es claro y notorio; pero afirmar que ya no hay pobres, sería una aberración y un desconocimiento total de la realidad. Los hay y sumamente pobres. Son una constante llamada de atención a nuestro corazón.
PENSAR
El Papa Francisco, al establecer la Jornada Mundial de los Pobres, que este año será el 19 de noviembre, nos dice: “No pensemos sólo en los pobres como los destinatarios de una buena obra de voluntariado para hacer una vez a la semana, y menos aún de gestos improvisados de buena voluntad para tranquilizar la conciencia. Estas experiencias, aunque son válidas y útiles para sensibilizarnos acerca de las necesidades de muchos hermanos y de las injusticias que a menudo las provocan, deberían introducirnos a un verdadero encuentro con los pobres y dar lugar a un compartir que se convierta en un estilo de vida. En efecto, la oración, el camino del discipulado y la conversión encuentran en la caridad, que se transforma en compartir, la prueba de su autenticidad evangélica. Y esta forma de vida produce alegría y serenidad espiritual, porque se toca con la mano la carne de Cristo. Si realmente queremos encontrar a Cristo, es necesario que toquemos su cuerpo en el cuerpo llagado de los pobres, como confirmación de la comunión sacramental recibida en la Eucaristía. El Cuerpo de Cristo, partido en la sagrada liturgia, se deja encontrar por la caridad compartida en los rostros y en las personas de los hermanos y hermanas más débiles. Son siempre actuales las palabras del santo Obispo Crisóstomo: «Si queréis honrar el cuerpo de Cristo, no lo despreciéis cuando está desnudo; no honréis al Cristo eucarístico con ornamentos de seda, mientras que fuera del templo descuidáis a ese otro Cristo que sufre por frío y desnudez». Estamos llamados, por lo tanto, a tender la mano a los pobres, a encontrarlos, a mirarlos a los ojos, a abrazarlos, para hacerles sentir el calor del amor que rompe el círculo de soledad. Su mano extendida hacia nosotros es también una llamada a salir de nuestras certezas y comodidades, y a reconocer el valor que tiene la pobreza en sí misma”.
ACTUAR
Hay muchos pobres entre nosotros, y a veces ni cuenta nos damos. Olvidados y menospreciados, incluso en el propio hogar. Abramos el corazón hacia ellos y pidamos al Espíritu Santo que nos convierta, para que seamos misericordiosos, al estilo de Jesús.

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Felipe Arizmendi Esquivel

Nació en Chiltepec el 1 de mayo de 1940. Estudió Humanidades y Filosofía en el Seminario de Toluca, de 1952 a 1959. Cursó la Teología en la Universidad Pontificia de Salamanca, España, de 1959 a 1963, obteniendo la licenciatura en Teología Dogmática. Por su cuenta, se especializó en Liturgia. Fue ordenado sacerdote el 25 de agosto de 1963 en Toluca. Sirvió como Vicario Parroquial en tres parroquias por tres años y medio y fue párroco de una comunidad indígena otomí, de 1967 a 1970. Fue Director Espiritual del Seminario de Toluca por diez años, y Rector del mismo de 1981 a 1991. El 7 de marzo de 1991, fue ordenado obispo de la diócesis de Tapachula, donde estuvo hasta el 30 de abril del año 2000. El 1 de mayo del 2000, inició su ministerio episcopal como XLVI obispo de la diócesis de San Cristóbal de las Casas, Chiapas, una de las diócesis más antiguas de México, erigida en 1539; allí sirvió por casi 18 años. Ha ocupado diversos cargos en la Conferencia del Episcopado Mexicano y en el CELAM. El 3 de noviembre de 2017, el Papa Francisco le aceptó, por edad, su renuncia al servicio episcopal en esta diócesis, que entregó a su sucesor el 3 de enero de 2018. Desde entonces, reside en la ciudad de Toluca. Desde 1979, escribe artículos de actualidad en varios medios religiosos y civiles. Es autor de varias publicaciones.

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