Asís, musulmanes en oración. Archivo ZENIT

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Declaración final del IV Foro Católico-Musulmán

Firmada el 8 de noviembre de 2017, Berkeley, EE. UU.

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(ZENIT – 10 Nov. 2017).- «Dios ha concedido a cada ser humano una dignidad inalienable»,  «Dios creó a la humanidad, colocándola en la cima de la creación, para que la usase con gratitud y sabiduría», son dos de los 9 puntos en común que han declarado católicos y musulmanes.
El Foro Católico-Musulmán, establecida en 2008 por el Consejo Pontificio para el Diálogo Interreligioso (PCID) y los firmantes de la «Carta Abierta» (A common Word) al Papa Benedicto XVI y a otros líderes cristianos, ha celebrado su IV Seminario en Berkeley (CA, EE. UU.), del 6 al 8 de noviembre de 2017, sobre el tema «Desarrollo humano integral: Creciendo en dignidad. Perspectivas católicas y musulmanas».
El tema se afrontó según tres sub-temas, tratados respectivamente desde el punto de vista  católico y musulmán: 1) «¿Qué significa ser humano?»; 2) «Desarrollo humano integral»; y 3) «Obstáculos y oportunidades del desarrollo humano integral».
Participaron doce personas de cada lado junto con seis observadores.
La delegación musulmana estuvo encabezada por el Dr. Shaykh Hamza Yusuf, presidente del Colegio Zaytuna, y la delegación cristiana por Mons. Miguel Ángel Ayuso Guixot, M.C.C.J., Secretario del P.C.D.I. en nombre del cardenal Tauran.
Después de escuchar la presentación de los trabajos de los expertos musulmanes y católicos, los participantes observaron con satisfacción convergencias significativas entre sus respectivas tradiciones. Dichas convergencias constituyen un motivo de esperanza no sólo para los cristianos y los musulmanes, sino para todos, porque favorecen una colaboración significativa  de cara a  la promoción del desarrollo humano integral.
Declaración conjunta
Después de compartir puntos de vista, ideas y preocupaciones, los participantes acordaron lo siguiente:
1) Sea el cristianismo que el Islam afirman que Dios creó a la humanidad, colocándola en la cima de la creación, para que la usase con gratitud y sabiduría respetando las leyes de la naturaleza como administradores de la tierra y de sus recursos donados  por Dios Todopoderoso a todas las generaciones.
2) Dios ha concedido a cada ser humano una dignidad inalienable de la que se derivan los derechos humanos fundamentales, así como la obligación de los gobiernos de protegerlos.
3) Afirmamos la igual dignidad y valor de todas las personas independientemente de su raza, sexo, religión o condición social, y condenamos categóricamente cualquier intento de estereotipar a cualquier pueblo o de atribuirle una culpabilidad colectiva por las acciones cometidas por individuos pertenecientes a él.
4) La libertad de conciencia y de religión están en la cima del edificio de los derechos humanos. Por lo tanto, nuestro deber colectivo exige que respetemos, preservemos y promovamos dichos derechos.
5) Dios, nuestro Creador, desea el crecimiento integral de cada ser humano para el florecimiento completo de los dones de Dios: cuerpo, alma, intelecto y espíritu.
6) El cristianismo y el Islam tienen recursos morales, intelectuales y espirituales que pueden contribuir al desarrollo humano integral de los individuos y las comunidades. Las personas de buena voluntad comprometida con el bien común son los aliados naturales de los creyentes deseosos del desarrollo integral de las personas, las comunidades, y toda la humanidad y de  la conservación del medio ambiente que nos sostiene.
7) Como creyentes, estamos llamados a hacer todo lo posible para hacer frente a todo lo que obstaculiza el desarrollo integral de la humanidad, incluidas las interpretaciones erróneas o malentendidos de nuestros respectivos textos sagrados y tradiciones.
8) Creemos que la inseguridad, los conflictos, y la proliferación de armamentos constituyen graves obstáculos para la realización de la voluntad de Dios sobre la humanidad, su bienestar y el crecimiento en la paz y la seguridad. Por eso consideramos que es nuestra obligación moral  denunciar las guerras y el comercio de armas que las facilita en lugar de utilizar los recursos de la humanidad para nuestro florecimiento personal y colectivo.
9) Juntos, como creyentes, afirmamos que las personas necesitadas de desarrollo deben capacitarse para cumplir su destino, permitiéndoles ocupar el lugar que le corresponde como miembros de pleno derecho de la familia humana de acuerdo con la voluntad de Dios.

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ZENIT Staff

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