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Mons. Felipe Arizmendi: Pueblos originarios andinos

Encuentro de Comisiones Episcopales de Pastoral Indígena

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+ Felipe Arizmendi Esquivel
Obispo Emérito de San Cristóbal de Las Casas
VER
Con el objetivo de compartir experiencias, criterios y líneas de acción sobre pastoral en los pueblos originarios de la Región Andina, tuve la misión de coordinar en Lima, Perú, del 28 de mayo al 1 de junio de 2018, un encuentro de obispos y secretarios de las Comisiones Episcopales de Pastoral Indígena de Bolivia, Perú, Ecuador, Colombia y Venezuela, promovido por el Departamento de Cultura y Educación del CELAM, del cual soy miembro.
Con el método tradicional de ver, juzgar y actuar, se empezó compartiendo la realidad que viven los variados pueblos originarios de la región, que son muchos. Entre otras cosas, se anotó: Problemas por migración, salud, tierra, minería, narcotráfico, desempleo, suicidios. Pérdida de identidad y de sus valores. Falta unidad entre los pueblos indígenas. Leyes que son favorables a los derechos de estos pueblos, pero que no se ejecutan debidamente. La politización de los grupos étnicos; la política incide y divide a los pueblos. Falta diálogo entre la cultura emergente y la cultura de estos pueblos. En los juzgados y en otras instancias no se defienden los derechos humanos de los indígenas.
Como hechos positivos, resaltaron: La riqueza de la variedad de las poblaciones indígenas en sus lenguas. Mayor desarrollo de las mujeres indígenas: salen a estudiar y trabajar. Cada día más los pueblos originarios tienen acceso a la educación media y superior. Preocupación por que se reconozcan los conocimientos ancestrales y la medicina tradicional. Las celebraciones inculturadas: se hacen esfuerzos de inculturación.
A la pregunta de qué se hace, por parte de la Iglesia, por estos hermanos, estas fueron algunas de las respuestas en lo positivo: Reflexión y acompañamiento de obispos. Preocupación por las personas y las culturas. Presencia de catequistas y animadores. Traducciones de la Sagrada Escritura y de los textos litúrgicos. Las Conferencias Episcopales cuentan con una comisión de pueblos originarios y planes pastorales. Preocupación por la formación de los futuros sacerdotes. Formación de indígenas catequistas. Acompañamiento en los aspectos jurídicos, en derechos humanos, en los problemas por la minería.
En lo negativo: Debilitamiento y poco apoyo de algunos obispos y presbíteros a la pastoral de los pueblos originarios. Algunos sacerdotes y religiosas se avergüenzan de sus raíces indígenas. Concentración de sacerdotes y agentes de pastoral en los centros urbanos, descuidando el territorio de los indígenas. Abandono pastoral de los indígenas que migran a las ciudades. Se requiere más acompañamiento y defensa en sus justos reclamos por sus derechos, también socio-ambientales.
PENSAR
En Aparecida, Brasil, los obispos latinoamericanos dijimos: “Nuestro servicio pastoral a la vida plena de los pueblos indígenas exige anunciar a Jesucristo y la Buena Nueva del Reino de Dios, denunciar las situaciones de pecado, las estructuras de muerte, la violencia y las injusticias internas y externas, fomentar el diálogo intercultural, interreligioso y ecuménico. Jesucristo es la plenitud de la revelación para todos los pueblos y el centro fundamental de referencia para discernir los valores y las deficiencias de todas las culturas, incluidas las indígenas. Por ello, el mayor tesoro que les podemos ofrecer es que lleguen al encuentro con Jesucristo resucitado, nuestro Salvador”(DA 95).
“Como discípulos y misioneros al servicio de la vida, acompañamos a los pueblos indígenas y originarios en el fortalecimiento de sus identidades y organizaciones propias, la defensa del territorio, una educación intercultural bilingüe y la defensa de sus derechos. Nos comprometemos también a crear conciencia en la sociedad acerca de la realidad indígena y sus valores, a través de los medios de comunicación social y otros espacios de opinión. A partir de los principios del Evangelio apoyamos la denuncia de actitudes contrarias a la vida plena en nuestros pueblos originarios, y nos comprometemos a proseguir la obra de evangelización de los indígenas, así como a procurar los aprendizajes educativos y laborales con las transformaciones culturales que ello implica” (DA 530).
ACTUAR
Estas fueron algunas de las propuestas: Preocupación integral por la persona. Integrar los aspectos sociales y políticos con los planes de evangelización. Acompañamiento pastoral a los problemas de la minería. Presentar más el encuentro con la persona de Jesucristo, y no reducirse a dar respuesta a las dificultades económicas, educación y salud. Resaltar la importancia del Kerigma dentro del contexto cultural. Formación inculturada en seminarios y casas religiosas. Formar al clero dentro del mismo contexto y no descontextualizarlo. Adecuada inculturación de la liturgia. Evangelización de los políticos. Enfrentar la globalización, sin perder las raíces indígenas. Hacer procesos con paciencia. Entender la pastoral en clave profética y de martirio. Conversión pastoral de obispos y demás agentes hacia este pastoral. Formación de los agentes de personal en misionología, en antropología.
Acoger sin prejuicios la riqueza específica de cada cultura. Acompañar a los pueblos originarios en la promoción y defensa de sus derechos fundamentales, asumiendo los riesgos de esta opción. Peregrinar en la fe con nuestros pueblos, reconociendo las Semillas del Evangelio en todos ellos, favoreciendo al máximo sus expresiones de fe según sus momentos y ritmos litúrgicos propios.

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Felipe Arizmendi Esquivel

Nació en Chiltepec el 1 de mayo de 1940. Estudió Humanidades y Filosofía en el Seminario de Toluca, de 1952 a 1959. Cursó la Teología en la Universidad Pontificia de Salamanca, España, de 1959 a 1963, obteniendo la licenciatura en Teología Dogmática. Por su cuenta, se especializó en Liturgia. Fue ordenado sacerdote el 25 de agosto de 1963 en Toluca. Sirvió como Vicario Parroquial en tres parroquias por tres años y medio y fue párroco de una comunidad indígena otomí, de 1967 a 1970. Fue Director Espiritual del Seminario de Toluca por diez años, y Rector del mismo de 1981 a 1991. El 7 de marzo de 1991, fue ordenado obispo de la diócesis de Tapachula, donde estuvo hasta el 30 de abril del año 2000. El 1 de mayo del 2000, inició su ministerio episcopal como XLVI obispo de la diócesis de San Cristóbal de las Casas, Chiapas, una de las diócesis más antiguas de México, erigida en 1539; allí sirvió por casi 18 años. Ha ocupado diversos cargos en la Conferencia del Episcopado Mexicano y en el CELAM. El 3 de noviembre de 2017, el Papa Francisco le aceptó, por edad, su renuncia al servicio episcopal en esta diócesis, que entregó a su sucesor el 3 de enero de 2018. Desde entonces, reside en la ciudad de Toluca. Desde 1979, escribe artículos de actualidad en varios medios religiosos y civiles. Es autor de varias publicaciones.

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