(ZENIT – 27 septiembre 2018).- «En la homilía de hoy, dijiste que algunos gritaban y amenazaban por el uso de armas y el uso de ejércitos, etc. Considerando dónde estamos, en esa misma plaza, había soldados de la OTAN que fueron enviados a Estonia por razones de seguridad. Muchos han pensado en la situación en las fronteras orientales de Europa. ¿Te preocupan las tensiones en esta región y por los católicos que viven en las fronteras de Europa? Pregunta Evelyn Kaldoja, periodista de Estonia, al Papa Francisco en el avión Tallin-Roma, este martes, 25 de septiembre de 2018.
El Papa responde que «el gasto mundial en armas es escandaloso», pero que «es lícito tener la llave de la puerta de la casa» y que las naciones «se defiendan».
Esta es nuestra traducción de la respuesta del Papa Francisco en italiano. Los títulos son del personal editorial.
AB
***
Una de las corrupciones más grandes
La amenaza de las armas. Hoy, el gasto mundial en armas es escandaloso. Me han dicho que con lo que gastamos en armas en un mes, podríamos alimentar a todas las personas que padecen hambre en el mundo durante un año. No sé si es verdad, es terrible.
La industria, el comercio de armas e incluso el contrabando de armas son una de las mayores corrupciones.
Y antes de eso, existe la lógica de la defensa. David pudo vencer con un cabestrillo y cinco piedras, pero hoy no hay David.
Creo que para defender un país, necesitamos un ejército de defensa razonable y no agresivo. Razonable y no agresivo Por lo tanto, la defensa es legal; y también es un honor defender el país.
Razonable, para defender la patria
El problema surge cuando se vuelve agresivo, no razonable, y hacemos guerras fronterizas. Tenemos muchos ejemplos de guerras fronterizas, no solo en Europa, en el este, sino también en otros continentes: luchamos por el poder, para colonizar un país.
Esa, en mi opinión, es la respuesta a tu pregunta. Hoy, la industria de armamentos es escandalosa frente a un mundo hambriento. En segundo lugar, es lícito, razonable, tener un ejército para defender las fronteras, porque es un honor; ya que es lícito tener la llave de la puerta de la casa. Para la defenderla
© Traducción de ZENIT, Raquel Anillo