(ZENIT – 29 oct. 2018).- En medio del tumulto, al ritmo del cajón y del fervor de un pueblo que no deja de agradecer las bendiciones recibidas pasa el Señor de los Milagros. Las andas del Cristo de Pachacamilla lucen ataviadas llevan consigo joyas, luces y flores que adornan su estructura. Para alzarla en hombros se requiere entre 32 y 38 personas, y es que pesa aproximadamente 1.400 kilos.
Una corona, un paño de pudor y los clavos de plata son las joyas que muestra la imagen a su paso. Joyas protegidas por las hermanas Carmelitas Descalzas del Monasterio de las Nazarenas y que se exhiben en el Museo del Señor de los Milagros.
Con suave cadencia viajan los banderines que los fieles incrustan en el anda. Una suerte de pines que simbolizan los milagros concedidos. Y es que en el mes de octubre no solo las calles de Lima en Perú se pintan de morado, New York y Roma también rinden homenaje al Cristo de Pachacamilla.
Desde el pontificado de Juan Pablo II el Señor de los Milagros visita la Plaza San Pedro el domingo más cercano al 18 de octubre a la hora del Ángelus, para recibir la bendición del Santo Padre. Así lo ha hecho hasta ahora Benedicto XVI y Francisco. Mientras que en New York lo reciben en la Quinta Avenida. Sale desde St. Patrick, la catedral. En París vive todo el año en Notre Dame tiene un espacio especial junto a la Virgen de Guadalupe.
Incluso en Latinoamérica en Chile suele ser muy festiva la procesión. Concluye en la catedral cuando los asistentes entonan el Himno Nacional de Perú y Chile. Pero qué representa esta manifestación de fe y cultura de repercusión mundial.
Una tradición que sigue viva
La devoción al Cristo morado es parte de la identidad de los limeños, sin embargo trasciende fronteras. Como lo solía hacer su madre, la integrante del equipo que lleva adelante la Casa Museo del Señor de los Milagros, en el centro histórico de la ciudad de los Reyes, María Rosa Alvarez-Calderón Larco siembra orquídeas. Ella cosecha desde hace años la devoción por esta imagen, cuyas piezas con más de 300 años de antigüedad, permanecen custodiadas en el Monasterio de las Nazarenas.
“Esta es una devoción con vida propia” afirma Álvarez-Calderón responsable de comunicaciones del Museo del Señor de los Milagros, en una entrevista para la prensa peruana. Esta tradición crece con vida propia. Cuenta la historia que desde 1617 el muro donde apareció la imagen del Señor había sido abandonado. Hasta que un hombre enfermo, lo limpió y le colocó una protección especial. Al cabo de unos meses quedó sano.
Cuando intentaban desaparecer esta imagen, simplemente no se podía. El virrey Amat impresionado manda al famoso pintor José de la Parra a dibujar la imagen del calvario que vemos ahora. La imagen está siempre en los sitios más recónditos.
¿Cómo nació el Museo dedicado al Cristo Moreno?
Una corona, un “paño del pudor” y clavos de plata son algunas de las joyas que se conservan bajo la custodia de las religiosas carmelitas. Desde 1730 llegaron al Perú dos nuevas religiosas carmelitas las madres María Rosa y María Soledad quienes fueron las gestoras de este recinto que alberga en su interior reliquias y antigüedades desde que este muro surgió en la vida de la gente.
Desde muy pequeña sus padres la vestían con una mantilla morada para ver pasar al Señor desde la oficina donde trabajaba su padre, es una imagen que lleva desde siempre en el corazón. Desde 2014 asumió esta responsabilidad de dar a conocer el Museo y procurar su conservación.
En este duro caminar, un libro clave que nos ha servido de guía para ir dando sentido a las piezas fue “Historia del Santo Cristo de los Milagros” de Rubén Vargas Ugarte. Se trata del primer libro que tuvo acceso a los archivos de las madres del monasterio. Con este documento en mano se pudo armar documentos y disponer mejor los ornamentos que dan vida a esta casa museo ubicada en el corazón de Lima virreinal, a tan solo unos metros del Santuario de las Nazarenas.
Las salidas ordinarias que realiza la imagen son cinco, el primer sábado de octubre, el 18, 19 y 28 del mismo mes y el 1 de noviembre día en el que se celebra a todos los Santos. Ese día la sagrada imagen lleva consigo los banderines de los cinco santos peruanos.