(ZENIT – 10 enero 2019).- «El que no ama a su hermano a quien ve, no puede amar a Dios a quien no ve». «Si no puedes amar algo que ves, ¿cómo es que vas a amar algo que no puedes ver? Esa es la fantasía», ha enfatizado Francisco, exhortando a amar «lo que ves, lo que puedes tocar, lo que es real, y no las fantasías que no ves».
Así Francisco ha hecho una fuerte exhortación al amor, en su homilía de la Misa celebrada esta mañana, 10 de enero de 2019, en la Casa Santa Marta. «Es la fe, que da la fuerza de amar así, la fe la que vence al espíritu del mundo, que miente y divide».
A partir de la Primera Carta de San Juan Apóstol (1 Jn 4, 19 – 5, 4) propuesta por la Liturgia de hoy, el Santo Padre ha meditado en voz alta: El apóstol Juan habla, en efecto, de «mundanidad». Cuando dice: «Los que son generados por Dios son capaces de vencer al mundo», habla de la «lucha de todos los días» contra el espíritu del mundo, que es «mentiroso», es un «espíritu de apariencias, sin consistencia», mientras que «el Espíritu de Dios es verdadero».
Hijo del espíritu de este mundo
Juan va más allá y dice: «Si uno dice: ‘Yo amo a Dios’ y odia a su hermano, es un mentiroso», es decir, «un hijo del espíritu del mundo, que es pura mentira, pura apariencia», ha asegurado el Papa. «Y esto es algo sobre lo que os hará bien pensar: ¿Yo amo a Dios? Vayamos a la piedra de comparación y veamos cómo tú amas al hermano: veamos cómo tú lo amas».
«El espíritu del mundo es el espíritu de la vanidad, de las cosas que no tienen fuerza, que no tienen fundamento y que caerán», subraya Francisco.
Tres signos
El Papa Francisco se detiene, por tanto, en los tres signos que indican que no se ama al hermano.
«La primera señal, la pregunta que todos tenemos que hacernos es: ¿rezo por las personas? Por todas ellas, concretas, las que me están simpáticas y las que me están antipáticas, las que son amigas y las que no lo son. Primero».
Así, ha indicado la segunda señal: «cuando siento en mi interior sentimientos de celos, envidia y quiero desearle daño o no… es una señal de que no amas. Detente ahí. No dejes que estos sentimientos crezcan. Son peligrosos. No dejes que crezcan», ha advertido.
Dejar de «chismorrear»
Y entonces, la señal más diaria de que no amo a mi prójimo y por lo tanto no puedo decir que amo a Dios, «son las habladurías», ha señalado el Santo Padre como la tercera señal. «Pongámonos en el corazón y en la cabeza, claramente: si yo chismoseo, no amo a Dios porque el chisme estoy destruyendo a esa persona».
En este sentido, el Pontífice ha aclarado que si una persona deja de chismosear en su vida, «diría que está muy cerca de Dios», porque –explica Francisco– no hablar «custodia al prójimo, custodia a Dios en su prójimo».