(ZENIT – 3 abril 2019).- El Papa ha indicado hoy en la audiencia general que «servir la esperanza quiere decir crear puentes entre las civilizaciones» y, ha relatado que junto con el rey Mohammed VI, en su visita a Marruecos el pasado fin de semana, reiteraron «que las religiones son esenciales para defender la dignidad humana, promover la paz y el cuidado de la creación».
En la audiencia general del miércoles, 3 de abril de 2019, el Santo Padre ha dedicado la catequesis a su 28ª viaje apostólico internacional, a Marruecos, y se ha leído el Evangelio de San Mateo, 13, 33.
Del 30 al 31 de marzo de 2019, Francisco realizó un viaje apostólico a Marruecos, invitado por Su Majestad el rey Mohammed VI; a él y a las Autoridades marroquíes ha agradecido nuevamente «su acogida y colaboración», ha expresado.
“Servidor de Esperanza”
Con el lema “Servidor de Esperanza”, «pude dar otro paso en el camino del diálogo interreligioso con nuestros hermanos musulmanes», recordando aquel encuentro entre san Francisco de Asís con el sultán al-Malik al-Kamil hace 800 años, y el viaje del Papa Juan Pablo II hace más de tres décadas, ha descrito el Pontífice en la plaza de San Pedro.
«De forma conjunta –ha recordado– hicimos un llamamiento por Jerusalén, para que sea preservada como patrimonio de la humanidad y lugar de encuentro pacífico, de modo particular para los fieles de las tres religiones monoteístas».
El sábado 30, el Papa Francisco visitó el mausoleo de Mohammed V y rindió homenaje a su memoria como a la de Hassan II; además estuvo en el Instituto de formación de los imanes y predicadores, que promueve un islam respetuoso y rechaza la violencia y el integrismo. «De manera especial, presté atención a la cuestión migratoria, ofreciendo un camino a través de cuatro verbos: acoger, proteger, promover e integrar», destaca.
Comunidad cristiana
El domingo estuvo dedicado a la comunidad cristiana, ha relatado Francisco. Visitó el Centro Rural de Servicios Sociales, gestionado por las Hijas de la Caridad; después en la catedral de Rabat tuvo un encuentro con sacerdotes, personas consagradas y el Consejo ecuménico de las Iglesias».
«La presencia de ellos en ese país es como la sal o la levadura que puede dar sabor y hacer crecer la masa». Concluí mi visita con la celebración de la Eucaristía en la que participaron miles de personas de unas 60 naciones diferentes, siendo esta una epifanía particular del Pueblo de Dios en el corazón de un país islámico.