(ZENIT – 10 abril 2019).- “Lo fundamental es discernir y descubrir que lo que Jesús quiere de cada joven es sobre todo su amistad”, expone el Papa Francisco en el punto 250 de la Exhortación Apostólica Christus vivit, publicada el martes, 2 de abril de 2019.
El capítulo octavo está dedicado a la vocación, que según Francisco «es una llamada al servicio misionero de los demás», porque nuestra vida en la tierra alcanza su plenitud cuando se convierte en ofrenda (254).
“Para realizar nuestra vocación es necesario desarrollarnos, hacer crecer y cultivar todo lo que somos. No se trata de inventarse, de crearse de la nada, sino de descubrirse a la luz de Dios y de hacer florecer el propio ser” (257). Y “este “ser para los demás” en la vida de cada joven está normalmente ligado a dos cuestiones fundamentales: la formación de una nueva familia y el trabajo” (258).
Amor y familia
En cuanto al “amor y la familia”, el Papa escribe que “los jóvenes sienten fuertemente la llamada al amor y sueñan con encontrar a la persona adecuada con la que formar una familia” (259), y el sacramento del matrimonio “envuelve este amor con la gracia de Dios, enraizándolo en Dios mismo” (260). Dios nos creó sexualmente, él mismo creó la sexualidad, que es su don, y por lo tanto “no hay tabúes”. Es un don que el Señor da y “tiene dos objetivos: amarse unos a otros y generar vida”. Es una pasión…. El verdadero amor es apasionado” (261).
Francisco observa que “el aumento de las separaciones, de los divorcios… puede causar grandes sufrimientos y crisis de identidad en los jóvenes. A veces tienen que asumir responsabilidades que no son proporcionales a su edad” (262).
A pesar de todas las dificultades, “quiero decirles…. que vale la pena apostar por la familia y que en ella encontrarán los mejores incentivos para madurar y las mejores alegrías para compartir. No dejes que te roben la oportunidad de amar seriamente” (263). “Creer que nada puede ser definitivo es un engaño y una mentira… Les pido que sean revolucionarios, les pido que vayan contra corriente” (264).
Trabajo
En cuanto al trabajo, el Papa escribe: “Invito a los jóvenes a no esperar vivir sin trabajo, dependiendo de la ayuda de los demás. Esto no es bueno, porque “el trabajo es una necesidad, es parte del sentido de la vida en esta tierra, del camino hacia la madurez, el desarrollo humano y la realización personal. En este sentido, ayudar a los pobres con dinero debe ser siempre un remedio temporal para las emergencias” (269).
Después de observar cómo los jóvenes experimentan, en el mundo del trabajo, formas de exclusión y de marginación (270), afirma con respecto al desempleo juvenil: “Es una cuestión… que la política debe considerar prioritaria, sobre todo hoy en día, cuando la velocidad del desarrollo tecnológico, junto con la obsesión por reducir los costes laborales, puede llevar rápidamente a la sustitución de innumerables puestos de trabajo por maquinaria” (271). Y a los jóvenes les dice: “Es verdad que no puedes vivir sin trabajo y que a veces tendrás que aceptar lo que encuentras, pero nunca renunciar a tus sueños, nunca enterrar definitivamente una vocación, nunca renunciar” (272).
Francisco concluye este capítulo hablando de “vocaciones a una consagración especial”. En el discernimiento de una vocación no se debe excluir la posibilidad de consagrarse a Dios….”. ¿Por qué excluirlo? Ten la certeza de que si reconoces una llamada de Dios y la sigues, será lo que dé plenitud a tu vida” (276).