(ZENIT – 17 abril 2019).- «Con Cristo y con las mujeres en el camino de la cruz» es el foco de las meditaciones escritas por la hermana Eugenia Bonetti para el Via Crucis que se rezará el próximo Viernes Santo, 19 de abril de 2019, en el Coliseo, con el Santo Padre, a las 21:15 horas.
La monja italiana de 80 años creó en 2012, junto con otros religiosos y laicos, la Asociación «Slaves no more» (No más esclavos), conocida por su compromiso con la esclavitud moderna, especialmente la de las mujeres. Bonetti ha expuesto su testimonio este miércoles, 17 de abril de 2019, en la Oficina de Prensa de la Santa Sede.
Las esclavas, las mujeres explotadas sexualmente, los niños víctimas de la trata son los «nuevos esclavos de nuestro mundo actual», ha asegurado la religiosa.
Los nuevos crucificados
En las 14 estaciones del Via Crucis, la misionera de la Consolata reflexiona sobre las víctimas de la trata, los menores mercantilizados, las mujeres forzadas a prostituirse y los migrantes. «Son los nuevos crucificados que deben despertar las conciencias de todos», ha señalado.
La trata de personas «es una cadena de muerte, una cadena que está destruyendo una generación de jóvenes y mujeres de modo particular, provenientes de todas partes, de todo el mundo».
«Desgraciadamente –escribe la religiosa de la Consolata– muchas veces hoy ya no sabemos reconocer quién está necesitado, quién está herido y humillado a menudo reivindicamos nuestros derechos e intereses, pero olvidamos los de los pobres y los últimos de la fila. Es entonces cuando debemos pedir a Dios que nos ayude a amar y a no ser insensibles a las lágrimas, al sufrimiento y al grito de dolor de los demás».
Ayudar a prostitutas
La consagrada, que ha estado 24 años en Kenia, trabaja en una asoció donde hay 12 mujeres de distintas nacionalidad y distintas congregaciones. «Nosotras somos mujeres en favor de otras mujeres para devolverles su dignidad: esta es tarea mayor tarea. A través de la acogida, la fraternidad, el honor», ha explicado.
Sor Eugenia ha narrado cómo sintió su «conversión» y ha explicado que cuando fue destinada a vivir en Italia, ella se sentía enfadada porque quería continuar en África. De regreso a su país, le fue encomendada la labor en un centro de escucha a mujeres inmigrantes, y cuando atendía a una mujer con necesidad descubrió que era prostituta y se sintió a ayudar a mujeres en esa situación.
Esta mañana ha expresado a los periodistas la necesidad de «crecer en la conciencia de que todos somos responsables del problema» y de que todos podemos y debemos ser parte de la solución, el cual se lee en la octava estación, «Jesús se encuentra con las mujeres».
Y sobre todo, sor Bonetti hace hincapié en que las mujeres «deben desafiar el coraje, saber ver y actuar, considerar a los pobres, a los extranjeros, a los diferentes, no como un enemigo que hay que rechazar o combatir, sino como un hermano o hermana que hay que acoger y ayudar».
Privados de una infancia feliz
Y cómo no ver en el Vía Crucis a los muchos «niños, en diversas partes del mundo, que no pueden ir a la escuela», «explotados en minas, campos, en la pesca, vendidos y comprados por traficantes de carne humana, para trasplantes de órganos, así como utilizados y explotados… por muchos, incluso cristianos».
Son menores «privados del derecho a una infancia feliz», «criaturas utilizadas como mercancías baratas, vendidas y compradas a voluntad».
Grito de los pobres
En la primera estación, la figura de Poncio Pilato inspira la oración «por los responsables, para que escuchen el grito de los pobres» y «de todos aquellos jóvenes que, de diversas maneras, son condenados a muerte por la indiferencia generada por políticas exclusivas y egoístas».
Así, la religiosa expresa que «los nuevos crucificados de hoy son los sin techo, los jóvenes sin esperanza, sin trabajo y sin perspectivas, los inmigrantes obligados a vivir en chabolas al margen de nuestra sociedad, después de haber enfrentado sufrimientos sin precedentes».
También el pensamiento se dirige a los niños «discriminados por su origen, el color de su piel o su clase social». Ante todo esto, el ejemplo a seguir es el de Cristo que habló de servicio, perdón, renuncia y sufrimiento, manifestando en su vida «el amor verdadero y desinteresado al prójimo».