(ZENIT – 28 mayo 2019).- El Papa Francisco ha exhortado al Presidente de la Asamblea General de las Naciones Unidas y a los Ministros de Finanzas de varios países a trabajar en favor del medioambiente para “ayudar a detener una crisis que está llevando al mundo hacia el desastre”.
Ayer, 27 de mayo de 2019, el Santo Padre se reunió en la Casina Pio IV con los participantes en el encuentro “Cambio Climático y Nuevas Evidencias de la Ciencia, la Ingeniería y la Política”, organizado por la Academia Pontificia de las Ciencias.
Acuerdos sobre el clima
Según Vatican News, el Pontífice subrayó la responsabilidad que estos líderes ostentan con respecto a las acciones que se acometan en lo venidero para lograr lo fijado en el Acuerdo de las Naciones Unidas sobre los Objetivos de Desarrollo Sostenible y en el Acuerdo sobre el Clima en la COP21, ambos de 2015.
“Debemos lograr lo que hemos acordado, porque de ello dependen la supervivencia y el bienestar”, matizó el Obispo de Roma.
Situación actual
Asimismo, Francisco señaló que, en lo referente a la situación actual del clima, “los signos no son buenos”.
“La Agencia Internacional de Energía ha informado recientemente que las inversiones en energía limpia volvieron a caer por segundo año consecutivo”, explicó el Papa. Y esto ocurre a pesar de que los expertos han insistido en los beneficios que su empleo presenta para el medioambiente.
“Estamos atrapados en nuestra mala contabilidad y en la corrupción de los intereses creados. Todavía consideramos como beneficio aquello que amenaza nuestra propia supervivencia”, continuó el Pontífice.
Hoja de ruta
En su discurso el Santo Padre propuso una hoja de ruta conjunta, basada en la consecución de los 5 objetivos siguientes:
– Apreciar lo que es importante, no lo que es superfluo.
– Corregir nuestras cuentas nacionales y las cuentas de nuestros «asuntos» para que no sigamos llevando a cabo las actividades que están destruyendo nuestro planeta.
– Poner fin a la dependencia global de los combustibles fósiles.
– Abrir un nuevo capítulo en energía limpia y segura, utilizando, por ejemplo, recursos renovables como el viento, el sol y el agua.
– Y, sobre todo, actuar con prudencia y responsabilidad en nuestras economías para satisfacer realmente las necesidades humanas, promover la dignidad humana, ayudar a los pobres y liberarnos de la idolatría del dinero que crea tanto sufrimiento.