(ZENIT – 28 mayo 2019).- «Esperamos encontrar un amplio eco del lema de la visita, ‘Caminemos juntos’, en todos nosotros para nuestra unidad», anuncia Mons. Ioan Robu, Arzobispo Metropolita de la Arquidiócesis Latina de Bucarest, ante la inminente visita del Papa Francisco a Rumanía, su 30º viaje internacional, que se desarrollará del 31 de mayo al 2 de junio de 2019.
El Papa Francisco encontrará «una Rumania más dividida social y económicamente», aclara Mons. Ioan Robu, quien ya guiaba la archidiócesis de Bucarest hace 20 años, cuando el Papa Wojtyla viajó allí.
El argentino es el segundo pontífice que visita Rumanía, tras las huellas de Juan Pablo II en 1999. Desde un punto de vista religioso, «Rumania no ha cambiado en estos veinte años», asegura Mons. Ioan Robu, Arzobispo Metropolita de la Arquidiócesis Latina de Bucarest, en una entrevista concedida a Vatican News.
Unidad entre católicos y ortodoxos
El país cuenta con unos 20 millones de habitantes: solo el 7,3% son católicos, frente a un 86% de ortodoxos. La Iglesia Ortodoxa Rumana tiene 20 millones de seguidores, entre Rumanía, Moldavia y la diáspora, es la segunda de las iglesias ortodoxas autocéfalas, sólo por detrás de la Iglesia Ortodoxa Rusa.
«En la vida cotidiana –indica el Arzobispo Metropolita– las relaciones entre católicos y ortodoxos son muy buenas», y describe: «En mi archidiócesis, alrededor de la mitad de las familias son mixtas; se vive y se trabaja juntos, nos respetamos unos a otros sin problemas. Estoy convencido de que ese grito «¡Unidad!, ¡Unidad! del Papa Juan Pablo II nunca será olvidado por nosotros los católicos o los ortodoxos, llamándonos a todos a la Palabra de Jesús, que todos seamos uno».
La gran dificultad de Rumanía
Uno de los problemas más graves que atraviesa la población rumana es la emigración, esta es «la gran dificultad de Rumania y de la Iglesia de hoy», opina el Arzobispo Robu, porque son ya millones los rumanos que trabajan afuera, en Italia, en España, en toda Europa.
El prelado católico de Bucarest señala que «esto trae mucho sufrimiento a nuestras familias, porque hay padres que han dejado a sus hijos en casa y que, por lo tanto, se quedan sin mamá y papá» y añade que «hay casos en los que faltan ambos padres, muchos casos en los que uno de ellos está fuera durante mucho tiempo. Las familias, los jóvenes se van por un salario mejor, por un nivel de vida más alto del que Rumania puede ofrecer».