(ZENIT – 9 julio 2019).- Tras celebrarse la CVIII Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal de Colombia (CEC), los obispos, en rueda de prensa, el pasado viernes 5 de julio de 2019, presentaron su aporte y visión ante las distintas realidades socio-económicas que impactan la dinámica de la nación.
Centrando su intervención en el tema que les congregó: «La economía al servicio de la dignidad humana y del bien común», explicaron que este componente forma parte de los énfasis de trabajo del trienio 2017 – 2020 orientado a la evangelización de lo social.
“Para un cristiano es muy importante su compromiso político, el uso de los bienes y su relación con la creación. Por eso, en la asamblea pasada trabajamos el tema de la política; en esta, nos hemos detenido en una reflexión sobre la economía; y en febrero de 2020, después del Sínodo de la Amazonía, trabajaremos nuestra relación con la creación”, afirmó monseñor Óscar Urbina Ortega, arzobispo de Villavicencio y presidente de la CEC.
Sobre la dinámica de trabajo que siguieron durante la asamblea, monseñor Elkin Fernando Álvarez Botero, obispo auxiliar de Medellín y secretario general de la CEC, explicó que “como acostumbramos en la vida de la Iglesia, nosotros trabajamos en tres líneas cada vez que nos enfrentamos a un tema, al discernimiento de una realidad:
El Ver: quiere mostrarnos lo que hay, la fenomenología de las situaciones, el panorama que se nos presenta. El juzgar: aquí no quiere decir emitir juicios sino el confrontar o el ver la iluminación que nos da la enseñanza de la Iglesia, la Palabra de Dios para ponerle una contraluz a esa realidad. El actuar: es proponernos caminos de práctica, de acción, de llevar a la realidad concreta el camino que hemos hecho”.
La centésimo octava Asamblea Plenaria del Episcopado dedicó especial atención al análisis de la realidad. “La mirada estuvo centrada, especialmente, en la diferencia que existe entre nosotros, lo que llamamos la brecha social o la distancia entre ricos y pobres (…). Analizamos la problemática del trabajo, todas las vertientes, los modelos económicos, es decir, todo lo que puede aportarnos a la visión de realidad”.
A continuación se exponen las principales realidades analizadas en la Asamblea Plenaria del episcopado colombiano.
Fenómeno migratorio
Monseñor Víctor Ochoa Cadavid, obispo de Cúcuta informó que la problemática de migración venezolana comenzó en 2015, agudizándose a partir de 2017. Al respecto dijo que Colombia entera debe responder con caridad y fraternidad a esta crisis que viven los venezolanos.
“Hoy, la Iglesia quiere ser caridad, una mano que acoge, alimenta, guía y acompaña a estas personas en sus dificultades y creo que esta es la intención de la mayoría de los colombianos (…) La Iglesia lo está haciendo, es necesario que otras instituciones se sumen a esta necesidad y apoyen este drama”.
Con la ola de migración de ciudadanos venezolanos a Colombia por causa de la crisis política, económica y social del vecino país, comenzó a ser cada vez más notorio el fenómeno de la apatridia: miles de niños que nacen sin una nacionalidad definida. Al respecto, el obispo de Cúcuta dijo que se deben respetar los derechos de estos menores.
“La Iglesia ha estado atenta a esta problemática. No olvidemos que muchos son colombianos retornados y se tienen que garantizar sus derechos. La institución multilateral internacional tiene normas que permiten dar una salida a estos niños. Si nacen en Colombia, ellos tendrían derecho a ser acogidos”.
El prelado informó que, a través de la Fundación Asilo Andresen, se han atendido a más de 211 niños, de entre los 2 y lo 7 años de edad, garantizándoles, en unión con otras instituciones, los principales derechos.
Se refirió, además, al plan de activación que se está desarrollando en las diferentes arquidiócesis, diócesis y vicariatos apostólicos del país, para apoyar a la población venezolana. Manifestó que las jurisdicciones de Pamplona, Arauca, Riohacha, Tibú, entre otras, están ofreciendo asistencia médica, alimentaria y camino de acompañamiento a los que transitan por estos territorios.
Otro tema que entró en la reflexión fue la xenofobia contra los inmigrantes, señalando que es importante la inserción de estas personas en el contexto social y “apoyarlos para que tengan trabajo digno, acompañarlos mientras esta crisis se mejora, es decir, una atención inmediata e integral (…) Invitamos a los colombianos a acoger, acompañar, ayudar e insertar, a estos hermanos nuestros”.
La persona humana, corazón de la actividad económica
Al referirse a la dinámica económica del país, monseñor Óscar Urbina señaló que la Iglesia ve con preocupación que, en un país dotado de gran riqueza natural y potencial humano, existan tan altos niveles de inequidad.
“Los bienes no están proyectados hacia el bien de todos, sino al disfrute de quien los puede adquirir de una u otra forma. No estamos condenando a nadie, pero sí llamando a la conciencia de los empresarios, quienes son ante todo administradores que han recibido la posibilidad de hacer mucho bien. Además de lo que puedan recibir como beneficio propio, deben pensar más en las fuentes de trabajo que pueden ofrecer”, afirmó el prelado.
Reforma Agraria
Al respecto, monseñor Urbina, precisó que la Iglesia presenta cierto retraso en el trabajo sobre el tema de las tierras. “Sabemos que el conflicto desplazó a muchas personas que les tocó irse hacia territorios que eran de nadie y allí han trabajado; ahora corren el riesgo de ser expulsados porque no tienen los títulos de propiedad”. Ante esta situación, agregó, “es necesario que los gobiernos hagan un trabajo especial que favorezca a las comunidades”.
Finalmente, hizo un llamado especial a los candidatos a gobernación y alcaldía, para que incluyan en sus planes de gobierno este tema, que sin duda aportará al desarrollo integral de las personas.
Acuerdos de paz
“La Iglesia quiere la paz y está al servicio de ella”, insistió monseñor Ricardo Tobón, arzobispo de Medellín y vicepresidente de la CEC. “La paz no es fácil, porque implica llegar a una concordancia de voluntades por parte de todos. Mientras el egoísmo de la persona esté a flor de piel y cada uno quiera buscar sus propios beneficios, lograr sus propios proyectos, todos estaremos contra todos y nos estaremos destruyendo”, enfatizó.
Refiriéndose al Bicentenario de la República, el arzobispo Tobón manifestó que esta es una oportunidad para repensar el país. “Hace 200 años hubo un proyecto: construir una patria nueva y mucha gente entregó no solo sus bienes y esfuerzos, sino que donó su vida, para que existiera lo que hoy llamamos Colombia”.
Y puntualizó: “En estos 200 años nos hemos dispersado, olvidando que sin un proyecto común no hay paz, desarrollo, ni futuro. Por eso, el llamado de la Iglesia es a una cultura de paz, a una unión nacional, a un diálogo sincero, a un trabajo de todos, para que aprovechando los enormes recursos naturales y humanos que tenemos, construyamos una sociedad justa, equitativa, en la que la verdad y la solidaridad marque un futuro bueno para todos”.
Protección de menores
Durante la asamblea se abordó también el tema de la implementación de la Carta Apostólica en forma Motu proprio Vos estis lux mundi (Ustedes son la luz del mundo), que tiene que ver con la puesta en marcha de organismos diocesanos estables para la atención de denuncias sobre abuso a menores.
En este sentido, explicó monseñor Elkin Álvarez que “casi la totalidad de las jurisdicciones tiene organismos estables para recibir denuncias” y, además, “en varias diócesis se está avanzando en comisiones interdisciplinarias (psicólogos, canonistas, psiquiatras), para que no se trate solo de canalizar denuncias y activar la ruta, sino también se brinde un acompañamiento y manejo integral de estas situaciones.