(ZENIT – 30 sept. 2019).- La institución del «Domingo de la Palabra de Dios» por parte del Papa Francisco, en el tercer Domingo del Tiempo Ordinario, supone una «oportunidad pastoral para revitalizar la proclamación cristiana en esta difícil coyuntura histórica», señala monseñor Rino Fisichella, presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización.
Así lo ha indicado en una entrevista concedida a Vatican News, a raíz de la publicación de la Carta Apostólica Aperuit Illis, en forma de Motu Propio.
Esto supone un «signo unitario para hacer emerger aún más la fuerza de la Palabra de Dios para la comunidad, pero también la responsabilidad que la comunidad siente a través de una acción auténticamente evangelizadora», aclara Mons. Fisichella.
«La gran mayoría de nuestros cristianos no conocen la Sagrada Escritura», advierte el Prefecto para la Nueva Evangelización. «La Biblia es el libro más difundido, pero también es quizás el más polvoriento porque no está en nuestras manos». Con esta Carta, el Papa «nos invita a tenerla en nuestras manos todos los días, en la medida de lo posible, para hacerla nuestra oración».
La capacidad de escuchar la Palabra «nos hace más sensibles a las situaciones más difíciles y extremas de la vida, las que ahora se denominan ‘periferias existenciales’ de las que somos testigos diariamente», explica Rino Fisichella. Por ello, El Papa recuerda enormemente la dimensión de la caridad «porque cuando escuchamos la Palabra de Dios nos volvemos más atentos, vigilantes y sensibles a las necesidades de nuestros hermanos y hermanas, especialmente de los más marginados».
Cómo surge la jornada
Esta nueva jornada litúrgica nace porque el Papa recibió muchas peticiones de pastores y laicos después del Jubileo de la Misericordia, explica el prelado italiano. «En aquella época, en su Carta Apostólica Misericordia et Misera, al final del Año Santo extraordinario, mencionaba que en las iglesias, según su propia creatividad se diera vida a un domingo en el que la Palabra de Dios se situaba en el centro de la vida de la comunidad cristiana», describe.
Aunque cada domingo celebramos el sacrificio de la Pasión, muerte y Resurrección de Jesús, y por lo tanto, «la acción litúrgica con la celebración de la Eucaristía se convierte en el culmen de la vida cristiana», en el domingo de la Palabra de Dios, en toda la Iglesia, en todas las comunidades cristianas, «la Palabra puede ser proclamada con mayor solemnidad, una reflexión especial acompañada de signos más visibles sobre la importancia que esta Palabra tiene para la Iglesia», detalla el obispo Fisichella.
El Papa eligió celebrar este domingo el Tercer Domingo del Tiempo Ordinario, cuando todas las lecturas proclamadas en el Evangelio presentan la figura de Jesús como heraldo del Reino de Dios, indica. «No es casualidad que Francisco recuerde la parábola del rico y del pobre Lázaro», asegura.