(ZENIT –14 oct. 2019).- El valor del perdón en el seno de los pueblos indígenas de la Amazonía que descubren el anuncio de Jesús, esto subrayaron los misioneros presentes en el Sínodo de los obispos dedicado a esta región, durante la sesión informativa del 14 de octubre de 2019.
El obispo venezolano José Ángel Divassón Cilveti dio testimonio de la misión de los salesianos, que acompañan desde 1957 al pueblo yanomami que vive en Venezuela y Brasil. Se trata, dijo, de «compartir la vida de las comunidades», sin «decirles lo que tienen que hacer», porque «son ellos los que tienen que tomar las riendas de sus destinos».
Sí, por ejemplo, se les puede ofrecer «instrucción», pero «no deben depender de otros para nada». Por lo tanto, la misión no es llegar como «colonizadores», imponiendo el propio punto de vista, sino «comprender lo que ellos piensan». Según el obispo, «el Evangelio trae cosas nuevas», como el perdón, cuyo valor aprenden los pueblos indígenas: «la capacidad de perdonar les ha ayudado a resolver ciertos problemas, han logrado superar numerosos conflictos».
Mons. Carlo Verzeletti, obispo de Castanhal, Brasil, habló de la falta de sacerdotes en amplios territorios donde la práctica de los sacramentos se está haciendo difícil. Deseó la ordenación de hombres casados – viri probati – para que la Eucaristía pudiera ser celebrada en las comunidades. Estos no serán «sacerdotes de segunda clase», subrayó, sino «personas preparadas que llevan una vida ejemplar» y que podrían llevar a cabo «un trabajo extraordinario».
Para José Gregorio Díaz Mirabal, presidente de la Coordinadora de las Organizaciones Indígenas de la Cuenca Amazónica(COICA), que representa a más de 400 pueblos, «si no hacemos nada por el planeta y por la humanidad, todos desapareceremos». De hecho, el pueblo venezolano de Curripaco expresó la voluntad de sus «hermanos emplumados» de «defender a la Madre Tierra».
«Queremos que se delimiten nuestros territorios, queremos tener títulos… gritamos para que se escuche nuestro grito», dijo ante la prensa, denunciando en particular la «invasión» de los grandes proyectos de desarrollo y los asesinatos de los que son víctimas los pueblos indígenas. Y pidió a los líderes protección contra los «nuevos dioses del mundo civilizado», las grandes organizaciones financieras y comerciales.