+ Felipe Arizmendi Esquivel
Obispo Emérito de San Cristóbal de Las Casas
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El Instrumentum laboris, que recogió las aportaciones que se hicieron antes del Sínodo Especial para la Amazonía, que está por concluir en Roma, en varias partes afirma que esa región del planeta es un lugar teológico. Esto a varios les ha parecido no sólo inadecuado, sino con tintes heréticos. ¿Qué significa esa expresión?
Es un término usado por Melchor Cano, teólogo dominico tridentino, que emplea la idea de los “topoi” aristotélicos (ámbitos de donde se obtiene información para argumentar) aplicados a la teología. En palabras sencillas, dice que son lugares donde encontramos la revelación de Dios. Distingue los que llama constitutivos, la Sagrada Escritura y la Tradición, de aquellos otros en los que se interpreta la revelación en la historia: Iglesia Católica, concilios ecuménicos, padres de la iglesia, teólogos escolásticos. Hoy añadiríamos la liturgia. No están al mismo nivel de la Escritura y la Tradición, pero son manifestaciones de la acción de Dios, que debemos escuchar y discernir.
Cito algunos párrafos del Instrumentum laboris:
“Amenazas y agresiones a la vida generan clamores, tanto de los pueblos como de la tierra. Partiendo de estos clamores como lugar teológico (desde dónde pensar la fe), se pueden iniciar caminos de conversión, de comunión y de diálogo, caminos del Espíritu” (18).
“El territorio es un lugar teológico desde donde se vive la fe, es también una fuente peculiar de revelación de Dios. Esos espacios son lugares epifánicos en donde se manifiesta la reserva de vida y de sabiduría para el planeta, una vida y sabiduría que hablan de Dios. En la Amazonía se manifiestan las caricias de Dios que se encarna en la historia” (19).
“Una mirada contemplativa, atenta y respetuosa a los hermanos y hermanas, y también a la naturaleza, permite a las comunidades amazónicas descubrir cómo todo está conectado, valorar cada creatura, ver el misterio de la belleza de Dios revelándose en todas ellas” (20).
“Los nuevos caminos de evangelización han de construirse en diálogo con estas sabidurías ancestrales en las que se manifiestan semillas del Verbo” (29). “Se trata de una manifestación de una sabiduría y espiritualidad que constituye un auténtico lugar teológico con un gran potencial evangelizador” (126). En la voz de los pobres está el Espíritu; por eso la Iglesia debe escucharlos, son lugar teológico. Al escuchar el dolor, el silencio se hace necesidad para poder escuchar la voz del Espíritu de Dios” (144).
No son revelaciones equiparables a la Sagrada Escritura y a la Tradición, sino signos, señales, manifestaciones de Dios, que hay que escuchar, discernir y atender. Así entendidas esas expresiones, no son heréticas.
PENSAR
Ya Jesucristo nos exigió analizar y discernir los acontecimientos y las realidades, para descubrir allí los signos de Dios (cf Mt 16,1-4).
El Concilio Vaticano II (1962-65) nos dice: “Para cumplir esta misión, es deber permanente de la Iglesia discernir a fondo los signos de los tiempos e interpretarlos a la luz del Evangelio, de forma que, acomodándose a cada generación, pueda la Iglesia responder a los perennes interrogantes de la humanidad sobre el sentido de la vida presente y de la vida futura y sobre la mutua relación entre ambas“ (GS 4). “El Pueblo de Dios, movido por la fe, procurar discernir en los acontecimientos, exigencias y deseos, de los cuales participa juntamente con sus contemporáneos, los signos verdaderos de la presencia o de los planes de Dios” (GS 11). “El Espíritu de Dios, que con admirable providencia guía el curso de los tiempos y renueva la faz de la tierra, no es ajeno a esta evolución” (GS 26).
En el mismo sentido, el episcopado mexicano, en su Plan Global de Pastoral 2031+2033, dice: “El momento presente exige de la Iglesia, ver y escuchar esas aflicciones de su pueblo, para renovar con esperanza su misión y proponer la Verdad del Evangelio, en la riqueza de este diálogo cultural” (167). “No valoramos la realidad desde una forma de pensar propia o asumida o de una ética o de algún proyecto social o de intereses determinados o modas ideológicas. El criterio que ilumina y fundamenta nuestro juicio es la persona y la vida de Jesucristo” (88). “Desde esta mirada del Dios Redentor estamos interpelados los pastores, a ser más sensibles y más cercanos al pueblo y así enfrentar los desafíos de nuestro país. La realidad es una teofanía, es decir, Dios nos sigue hablando a través de los signos de los tiempos” (145).
ACTUAR
Pidamos al Espíritu Santo que nos abra la mente y el corazón, para escuchar su voz en la vida, en las situaciones que vivimos, en los acontecimientos, y sobre todo en los sufrimientos de las personas y de los pueblos, para actuar de acuerdo al Evangelio de Jesús.