(ZENIT – 11 dic. 2019).- Siguiendo el libro de los Hechos de los Apóstoles, tema seguido por el Papa Francisco en sus audiencias generales, ha recordado que san Pablo, «evangelizador lleno de entusiasmo y misionero intrépido», participó también en los sufrimientos de la pasión del Señor Jesús, «pues como Él, fue igualmente odiado y perseguido».
Esta mañana, miércoles, 11 de diciembre de 2019, el Santo Padre ha presidido la audiencia general en el interior del Vaticano, a causa del frío en Roma. Minutos antes de las 9:30 horas, Francisco ha llegado al aula Pablo VI, donde se ha centrado con miles de visitantes y peregrinos procedentes de Italia y de otros países.
El Pontífice ha revelado que el apóstol Pablo, el prisionero en cadenas, «humillado y tratado como malhechor», consideró esas cadenas como un «signo de su fidelidad al Evangelio y al Resucitado», y como un «eficaz instrumento misionero para animar a los hermanos en el Señor a anunciar sin miedo la Palabra, que no puede ser encadenada, porque es libre y va adelante transformando la historia».
Apóstol de los gentiles
En el resumen de la catequesis que ha pronunciado en español, el Papa ha relatado cómo san Pablo fue llevado ante el rey Agripa para defenderse de las acusaciones que le hacían sus enemigos, y ha señalado que «hablando ante el rey, manifestó su íntimo ligamen con el pueblo de Israel y contó la historia de su conversión: Fue Cristo Resucitado quien lo hizo cristiano y quien le encomendó la misión de ser apóstol de los gentiles».
Así, Pablo, obediente al mandato del Señor, se dedicó a demostrar cómo Moisés y los profetas habían preanunciado lo que él les anunciaba: que Jesucristo por su pasión, muerte y resurrección había sido constituido Señor y Salvador.
Aun cuando fue declarado inocente, Pablo no fue liberado porque se había apelado al César, ha narrado el Papa. «De este modo, junto con él, la Palabra de Dios avanzó en su camino incontenible hacia Roma».