(ZENIT – 10 enero 2020).- El Papa Francisco citó una expresión de San Alberto Hurtado que decía: “No hacer el mal es bueno; pero no hacer el bien, es malo”, indicando que el verdadero amor “debe llevar a hacer el bien (…), a ensuciarte las manos en las obras de amor”.
Hoy, 10 de enero de 2020, en la homilía de la Misa en la Casa Santa Marta, el Santo Padre ha reflexionado en torno a la primera lectura del día, tomada de la Primera Carta de san Juan apóstol, que trata sobre el tema del amor, informa Vatican News.
Para Francisco, el apóstol comprendió qué es el amor, lo experimentó y, entrando en el corazón de Jesús, comprendió cómo se manifestaba, de manera que en su carta cuenta cómo amamos y cómo hemos sido amados.
Dios ama primero
De acuerdo a la misma fuente, el Papa propuso dos definiciones como “claras” en torno a este tema. La primera se refiere al fundamento del amor: “Amamos a Dios porque Él nos ha amado primero”, el principio del amor viene de Él. “Yo empiezo a amar, o puedo empezar a amar porque sé que Él me ha amado primero”, explicó, y prosiguió: “Si no nos hubiera amado, ciertamente no podríamos amar”.
En este sentido, el Pontífice ofreció entonces un ejemplo: “Si un recién nacido, de pocos días, pudiera hablar, seguramente explicaría esta realidad: ‘Me siento amado por los padres’. Y lo que los padres hacen con el niño es lo que Dios hizo con nosotros: nos amó primero”.
“Y esto hace nacer y hace crecer nuestra capacidad de amar. Esta es una clara definición de amor: podemos amar a Dios porque Él nos amó primero”, agregó.
Amar a Dios y al prójimo
El Obispo de Roma apuntó también que el apóstol describe “sin medias palabras” que “si alguno dice: ‘Yo amo a Dios’ y odia a su hermano, es un mentiroso”. Juan no dice que es un “mal educado”, o “uno que se equivoca”, sino que lo califica como “mentiroso”.
Ante ello, el Papa aclaró que “esta palabra de la Biblia es clara, porque ser un mentiroso es la forma de ser del diablo: es el Gran Mentiroso, nos dice el Nuevo Testamento, es el padre de la mentira”. Esta constituye “la definición de Satanás que nos da la Biblia. Y si dices que amas a Dios y odias a tu hermano, estás del otro lado: eres un mentiroso. No hay concesiones en esto”.
Odio e indiferencia
Francisco aludió al hecho de que muchos pueden tratar de justificarse para odiar a los demás porque hay algunos que hieren o son maleducados. No obstante, en esta línea, insiste en las palabras de Juan “el que no ama a su hermano, a quien ha visto, no puede amar a Dios a quien no ha visto”.
Además, el Santo Padre recordó que no solo existe el sentimiento de odio, sino que también la voluntad de no “entrometerse” en las cosas de los demás, algo que tampoco es bueno porque el amor “se expresa haciendo el bien”.
El amor es concreto
De nuevo utilizó un ejemplo para explicar esto último: “Si una persona dice ‘Yo, para estar bien limpio, sólo bebo agua destilada’: ¡morirás!, porque eso no sirve para la vida. El verdadero amor no es agua destilada: es el agua de todos los días, con los problemas, con los afectos, con los amores y con los odios, pero es esto. Amar la concreción, el amor concreto: no es un amor de laboratorio”
Y continuó remarcando que “hay una forma de no amar a Dios y de no amar al prójimo un poco escondida, que es la indiferencia. ‘No, no quiero eso: quiero agua destilada. No me meto en los problemas de los demás’. Tú debes, para ayudar, para rezar”.
El camino de la fe
El Pontífice resaltó que tratar de hacer el bien siempre es una tarea difícil, pero a través del camino de la fe se presenta la posibilidad de superar la mentalidad del mundo “que nos impide amar”.
Este es el camino, reiteró, “aquí no entran los indiferentes, los que se lavan las manos de los problemas, los que no quieren inmiscuirse en los problemas para ayudar, para hacer el bien; no entran los falsos místicos, los de corazón destilado como el agua, que dicen que aman a Dios pero prescinden de amar al prójimo”.
“Que el Señor nos enseñe estas verdades: la certeza de haber sido amados primero y la valentía de amar a los hermanos”, concluyó.