Misa en Santa Marta, 11 marzo 2020 © Vatican Media

Santa Marta: Francisco reza por los encarcelados “en este momento difícil”

Además de por los enfermos de coronavirus

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(zenit – 11 marzo 2020).- “Seguimos rezando por los enfermos de esta epidemia. Y hoy, de manera especial me gustaría rezar por los encarcelados, por nuestros hermanos y nuestras hermanas encerrados en prisión. Están sufriendo y debemos estar cerca de ellos con la oración, para que el Señor les ayude, les consuele en este momento difícil”, dijo el Papa Francisco.

Hoy, 11 de marzo de 2020, se ha celebrado la tercera Misa presidida por el Santo Padre y transmitida en streaming desde la capilla de la Casa Santa Marta. Al introducir la celebración eucarística, Francisco, prosiguió su plegaria por los pacientes de coronavirus, con un pensamiento especial por los prisioneros.

El Papa entonces leyó la antífona: “No me abandones, Señor mi Dios, no te alejes de mí; ven pronto en mi ayuda, Señor mi salvación” (Sal 37:22-23).

Seducción y ensañamiento

En su homilía, el Pontífice comentó las lecturas del día que hablan de la Pasión de Jesús. De este modo, se refirió a como es propio del diablo destruir con un estilo particular, el ensañamiento.

El Obispo de Roma indicó que existe la seducción, con la que Satanás quiere alejarnos de la Cruz ofreciendo el espíritu mundano, el poder, la vanidad, pero también existe el ensañamiento, que conlleva la destrucción.

“Que el Señor nos dé la gracia de saber discernir cuándo está el espíritu que quiere destruirnos con ensañamiento, y cuándo el mismo espíritu quiere consolarnos con las apariencias del mundo, con la vanidad. Pero no olvidemos: cuando hay ensañamiento, hay odio, la venganza del diablo derrotado. Así es hasta hoy en la Iglesia”.

Cristianos perseguidos

En este sentido, el Pontífice invitó a pensar en tantos cristianos que hoy son “cruelmente perseguidos”, recordando el ejemplo de Asia Bibi, quien experimentó “nueve años de prisión, sufrimiento”, muestra de “la saña del diablo”.

Por último, aseveró: “Que el Señor nos dé la gracia de discernir el camino del Señor, que es la Cruz, del camino del mundo, que es la vanidad, la apariencia, el maquillaje”.

A continuación, sigue la transcripción de la homilía del Papa realizada por la edición italiana de Vatican News.

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Homilía del Santo Padre

La primera lectura, un pasaje del profeta Jeremías, es realmente una profecía sobre la Pasión del Señor. ¿Qué dicen los enemigos? “Venid, obstaculicémosle cuando habla; no hagamos caso de todas sus palabras”. Pongamos obstáculos en su camino. No dice: “Derrotémoslo, matémoslo”: no. Hacer la vida difícil, atormentarlo. Es el sufrimiento del profeta, pero ahí hay una profecía sobre Jesús.

 El mismo Jesús en el Evangelio nos habla de esto: “He aquí que subimos a Jerusalén y el Hijo del Hombre será entregado a los jefes de los sacerdotes y a los escribas. Lo condenarán a muerte, lo entregarán a los gentiles para que sea burlado, azotado, crucificado”. No es solamente una sentencia de muerte: hay más. Hay humillación, hay ensañamiento. Y cuando hay ensañamiento en la persecución de un cristiano, de una persona, está el diablo. El diablo tiene dos estilos: la seducción, con las promesas del mundo, como quiso hacer con Jesús en el desierto, seducirlo y con la seducción hacerle cambiar el plan de la redención y, si eso no funciona, el ensañamiento. El diablo no tiene término medio. Su soberbia es tan grande que trata de destruir, y destruir disfrutando de la destrucción con ensañamiento.

Pensemos en las persecuciones de tantos santos, de tantos cristianos que no (solo) los matan, sino que los hacen sufrir y tratan por todos los medios de humillarlos, hasta el final. No confundir una simple persecución social, política, religiosa con el ensañamiento del diablo. El diablo se ensaña, para destruir. Pensemos en el Apocalipsis: quiere devorar aquel hijo de la mujer que está por nacer.

Los dos ladrones que fueron crucificados con Jesús fueron condenados, crucificados y los dejaron morir en paz. Nadie los insultó: no interesaba. El insulto fue solo para Jesús, contra Jesús. Jesús dice a los apóstoles que será condenado a muerte, pero será burlado, azotado, crucificado… Se burlan de él. Y el camino para salir del ensañamiento del diablo, de esta destrucción, es el espíritu mundano, lo que la madre pide para sus hijos, los hijos de Zebedeo. Jesús habla de la humillación, que es su propio destino, y allí le piden apariencia, poder. La vanidad, el espíritu mundano es precisamente el camino que el diablo ofrece para alejarse de la Cruz de Cristo. La propia realización, el hacer carrera, el éxito mundano: todos son caminos no cristianos, todos son caminos para cubrir la Cruz de Jesús.

Que el Señor nos dé la gracia de saber discernir cuándo hay un espíritu que quiere destruirnos con ensañamiento, y cuándo el mismo espíritu quiere consolarnos con las apariencias del mundo, con la vanidad. Pero no olvidemos: cuando hay ensañamiento, hay odio, la venganza del diablo derrotado. Así es hasta hoy, en la Iglesia. Pensemos en tantos cristianos, como son cruelmente perseguidos. En estos días, los periódicos hablaban de Asia Bibi: nueve años de prisión, sufrimiento. Es la alevosía del diablo.

Que el Señor nos dé la gracia de discernir: el camino del Señor, que es la Cruz, del camino del mundo, que es la vanidad, la apariencia, el maquillaje.

Traducción de zenit

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Larissa I. López

Larissa I. López es licenciada en Comunicación Audiovisual por la Universidad de Sevilla, Máster en Artes de la Comunicación Corporativa y Doctora en Comunicación por la Universidad CEU San Pablo de Madrid. Su trayectoria profesional ha transcurrido entre el ámbito de la comunicación y el de la docencia. Como redactora, ha colaborado con medios como Aceprensa, Pantalla 90 o CinemaNet. Como profesora, por su parte, ha impartido clases en la universidad y en centros de FP y bachillerato. En estos últimos realizaba también tareas relacionadas con la comunicación (redes sociales y edición de contenidos). Cordobesa de nacimiento también ha vivido en Sevilla, Madrid y Roma.

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