(zenit – 2 abril 2020).- Los obispos de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) proponen a todos los sacerdotes un plan emergente nacional que se debe seguir ante el desafío al que están llamados para estos días por la emergencia sanitaria por la COVID-19.
Siguiendo las palabras del Santo Padre, “en esta barca, estamos todos… no podemos seguir cada uno por nuestra cuebta, sino solo juntos”.
En esta línea, el Papa Francisco invita a vivir a los fieles la Semana Santa de otra manera debido a las circunstancias, “en esta situación de pandemia, en la que nos toca vivir más o menos aislados, estamos invitados a redescubrir y profundizar el valor de la comunión que une a todos los miembros de la Iglesia”.
Esperanza cristiana
Desde el episcopado, a cada uno de los fieles, como discípulos, se les llama a vivir esta realidad “con esperanza cristiana y un profundo sentido de fe, asumiendo con corazón de padres y hermanos esta oportunidad con una profunda confianza”, evitando buscar culpables o razones y teniendo más presente que nunca nuestra vida espiritual, “estemos atentos a saber cuidarnos y cuidar como buenos pastores de toda la comunidad cristiana que Dios nos ha encomendado”, y que “la presencia del sacerdote en medio de la comunidad sea un gran puente de unión entre Dios y sus hijos”.
Para ello, los elementos recomendados por la fe a los sacerdotes mexicanos son: orden y responsabilidad, oración y comunión, ofrenda y solidaridad, humildad y reconocer, oportunidad pastoral y servicio, prudencia y actitud.
En orden y responsabilidad, instan a que se mantengan bien informados y comunicados, “saber escuchar a las voces autorizadas sobre el tema y aceptar las instrucciones precisas dadas para la diócesis en esta contingencia por el obispo diocesano”. En oración y comunión, animan a no dejar de contemplar la Cruz de Cristo, meditar y purificar el mundo entero, así como orar y mantener el espíritu fuerte, con esperanza. Siempre teniendo muy en cuenta a los enfermos, médicos, enfermeras y hombres de buena voluntad. En la ofrenda y solidaridad, la Iglesia está llamada a ofrecer sus oraciones y la caridad cristiana continuamente, para fortalecer los corazones. Los sacerdotes deben “ayudar al pueblo a mantener vivo el ambiente de comunión y fraternidad”.
En humildad y reconocer, aseguran que solos no tenemos nada que hacer, pero que “Dios lo puede todo, confiemos en Él”. En oportunidad pastoral y servicio, “la Iglesia debe conseguir que el pueblo de Dios no se sienta abandonado”, los sacerdotes tienen que ser creativos y mantenerse cercanos de las familias. Y en prudencia y actitud, animan a difundir solo los mensajes veraces y prudentes del coronavirus, no rumores, que solo pueden hacer que “crezca el temor” de la sociedad.
Cuidado y prevención integral
Asimismo, los obispos recomiendan que los sacerdotes que vayan a atender personalmente a los fieles, cumplan los requisitos físicos, espirituales y psicológicos.
“La pandemia resulta un tiempo y espacio fundamental para el fortalecimiento de nuestra vocación sacerdotal. La iglesia se encuentra en un momento idóneo para volver a su origen, así como al fin por el cual existe, es decir el servicio. El presbítero es capaz de nutrir la esperanza de contener las angustias y de reducir los miedos. Su cardinal vocación es la del cuidado y la protección. En los lugares donde haya ausencia de liderazgo sacerdotal, habrá una nutrida presencia de negligencia”, recomiendan los prelados mexicanos, que confían en “llevar una pastoral digital, online, manteniendo la cercanía con los fieles”, guardando siempre las recomendaciones sanitarias mediante una organización clara.