(zenit – 10 abril 2020).- “Esta es la cruz de madera sobre la que colgó la salvación del mundo. Venid a adorarla”. El crucifijo milagroso de San Marcelo ha presidido la celebración de la Pasión del Señor en la Basílica de San Pedro, que ha oficiado el Papa Francisco este Viernes Santo.
A las 18 horas en Roma, el Santo Padre ha llegado al Altar de la Cátedra en procesión, dentro de una Basílica Vaticana casi vacía, con solemne silencio para la ceremonia. Frente a la cruz, tapada con un velo, se ha postrado, tumbándose boca abajo, bajo los escalones del presbiterio, en oración.
Durante la Liturgia de la Palabra tres sacerdotes han leído el relato de la Pasión según san Juan y luego el predicador de la Casa Pontificia, el padre Raniero Cantalamessa, ha pronunciado la homilía. “Dios participa en nuestro dolor para vencerlo”, ha asegurado, “es aliado nuestro, no del virus”.
Oración universal
Después de la meditación del franciscano italiano, el Pontífice ha presidido la oración universal: ha invocado oraciones por la Santa Iglesia, por el Papa, por todas las órdenes sagradas y todos los fieles, por los catecúmenos, por la unidad de todos los cristianos, por los hebreos, por las personas que no son cristianas, por los no creyentes, por los gobernante, por los tripulantes en la época de la epidemia y por los tripulantes.
Llegada la tercera parte de la celebración litúrgica, el diácono ha descubierto en tres tiempos la cruz, invitando a la adoración a todos los fieles. Así, al quedar expuesta totalmente, el Papa se ha acercado para adorarla en silencio, y tras besar los pies del Cristo crucificado, ha rodeado la cruz y sujetándose al madero, se ha inclinado en señal de alabanza.
Cristo de San Marcelo
El Cristo de San Marcelo ha sido protagonista este Viernes Santo en la celebración vaticana. La imagen de manera del siglo XIV, preside las celebraciones litúrgicas en esta Semana Santa en el Vaticano, por deseo del Papa Francisco, así como el icono de la Virgen “Salud del Pueblo Romano”, como en la oración del Santo Padre por el fin de la pandemia el 27 de marzo, en la plaza de San Pedro.
El crucifijo milagroso escapó del fuego de 1519 y que fue llevado por Roma en procesión para detener la “Gran plaga”. Es una obra que ha pasado por la historia de la Ciudad Eterna, llena de dolor, oraciones, esperanzas y devoción. Ha sido un punto de referencia en momentos particularmente dramáticos en la vida de los romanos en los siglos pasados.