(zenit – 24 abril 2020).- La Comunidad de Sant’Egidio nace en Roma en 1968, como fruto del Concilio Vaticano II. En Nicaragua tienen mas de 47 años de estar presentes como una fraternidad de laicos: personas comunes comprometidos a vivir y poner en práctica el Evangelio.
Nadia Téllez, coordinadora de la comunidad, dijo que están presentes “en más de 70 países, de África, Asia, Europa y América. La espiritualidad de Sant’Egidio se basa en la oración, tanto personal como comunitaria, y en la amistad con el más necesitado”, recalcó.
Amigos de los pobres
“Llevar la palabra de Dios, pero también la de un amigo cercano, y en esta pandemia no se pueden dejar a los amigos solos”, cuenta Nadia, mientras reafirma que “toman las medidas de seguridad” cuando realizan su apostolado en la catedral de Managua y en el barrio Jorge Dimitrov, uno de los barrios más violentos de la capital nicaragüense.
“El salir a ayudar, es ser una comunidad, una Iglesia en salida a como nos lo dice el Papa Francisco, con quien nos identificamos, pero también es llevar la oración y la esperanza a esas personas vulnerables; si el contagio nos aleja, la solidaridad nos debe de unir” afirmó.
Nicaragua es uno de los pocos países en el mundo en el que las autoridades gubernamentales no han decretado una cuarentena ni han tomado medidas sanitarias para evitar la propagación de la COVID-19, pero la Sociedad Civil y la Iglesia Católica han emprendido una campaña de información pidiendo a la ciudadanía la auto protección frente a la pandemia que azota el mundo.
Sant’Egidio Nicaragua ha hecho una distribución de mascarillas a las personas en vulnerabilidad, así como jabón y alcohol, “vamos a continuar tomando las medidas ya que es probable que los contagios se den y vamos a seguir siendo cercanos con estas personas” dijo Téllez.
Alimento para los más necesitados
Cada sábado personas que viven todo el carisma y personas que son amigos de la comunidad acompañan en el servicio de la calle, “entregamos unos 100 platos de comida y damos paquetes alimenticios a padres de niños vulnerables con los que trabajamos”, recalcó Téllez.
“Este apostolado se da gracias a la red de protección que son personas que nos ayudan a coordinar ayudas para que podamos hacer posible los servicios”, concluyó.