(zenit – 1 julio 2020).- Monseñor Paul S. Coakley, arzobispo de Oklahoma, defiende la dignidad de la la vida humana y reitera su oposición a la pena de muerte en un comunicado difundido por la Conferencia de Obispos de los Estados Unidos (USCCB).
Estas declaraciones surgen tras la decisión del fiscal general de los Estados Unidos de fijar nuevas fechas para la ejecución de cuatro condenados a muerte y la decisión de la Corte Suprema de no admitir su apelación.
Igualmente, el Departamento de Justicia ha fijado nuevas fechas de ejecución a partir del 13 de julio. Así, después de 17 años de suspensión de las mismas instaurada durante la administración Bush, el también presidente del Comité de Justicia Interna y Desarrollo Humano de la USCBB, reitera el llamamiento realizado el pasado mes de julio para que la Administración “invierta el rumbo”.
Fin de la pena de muerte
El arzobispo recuerda que, como se manifestó a la Corte Suprema en otro caso a principios de este año, los obispos han pedido el fin de la pena de muerte “durante décadas”. “El Papa san Juan Pablo II, el papa Benedicto XVI y el Papa Francisco han pedido el fin de la pena de muerte en todo el mundo”, describe.
Además, continúa, remitiendo al Papa Francisco, que manifestó a través del Catecismo de la Iglesia Católica que “la pena de muerte es inaceptable como una afrenta al Evangelio y al respeto de la vida humana”.
Igualmente, destaca que en su reunión de junio de 2019, los obispos católicos de los Estados Unidos votaron “abrumadoramente en afirmación de esta posición”.
Dignidad de la vida humana
Finalmente, monseñor Coakley subraya que el año pasado otros dos obispos y él mismo escribieron que “oponerse a la pena de muerte no significa ser ‘blando’ con el crimen, sino ser fuerte con la dignidad de la vida humana”.
Con este fin, el prelado implora al fiscal general William Barr y al presidente Donald Trump “que abandonen este camino para presidir las primeras ejecuciones federales en 17 años”.