(zenit – 6 agosto 2020).- El patriarca maronita Rai realiza un llamamiento de ayuda “a los Estados del mundo”, después de la explosión del pasado 4 de agosto en el puerto de Beirut, Líbano, con un balance provisional de más de cien muertos y miles de heridos, informa la agencia misionera Fides en una nota.
“Beirut, la esposa de Oriente, Beirut, el faro de Occidente, está herida”, es una “ciudad devastada”, reducida a “un escenario de guerra sin guerra”, expresa el mensaje del patriarca difundido por la citada fuente.
Beirut, una ciudad destruida
Además de las víctimas y los heridos, el acontecimiento ha destrozado la ciudad: hospitales, casas, iglesias y mezquitas, hoteles y tiendas. Y eso, continúa el patriarca, sucede precisamente cuando el Estado libanés “se encuentra en una situación de bancarrota económica y financiera que hace que sea incapaz de afrontar esta catástrofe”, con el pueblo reducido “a una situación de pobreza y miseria”.
La Iglesia, cuenta, ha establecido una red de socorro en todo el territorio libanés, pero la emergencia es tal que todo esfuerzo realizado por la comunidad nacional resulta desigual respecto a la catástrofe que ha afectado al territorio libanés.
Llamamiento a todos los Estados
Por eso, en nombre de la Iglesia en el Líbano, el patriarca Rai agradece anticipadamente “a todos los Estados que han expresado su disponibilidad a ayudar a Beirut”, y se dirige “a todos los Estados amigos y hermanos”, en particular a las grandes potencias y a las Naciones Unidas.
A ellos demanda una ayuda inmediata para la salvación de Beirut que prescinda de toda consideración y cálculo político y geopolítico, “porque lo que ha sucedido va más allá de la política y va más allá de los conflictos”.
Crear un fondo controlado
El Líbano, doblegado en los últimos años por una serie de catástrofes de orden político, financiero, económico y en el frente de la seguridad nacional, ahora “merece el apoyo de sus hermanos y amigos, necesario para poner de nuevo en pie su capital”.
De acuerdo al representante eclesial, la vía más adecuada para hacer frente al estado de emergencia es la de crear un “fondo controlado por las Naciones Unidas” para gestionar las ayudas: “Me dirijo a vosotros”, apunta el patriarca “porque sé que amáis al Líbano y que responderéis a este llamamiento. Me dirijo a vosotros porque sé cuánto os importa que el Líbano recupere su papel histórico al servicio del hombre, de la democracia y de la paz en Oriente Medio y en el mundo”.
Solidaridad de los compatriotas
Según el mismo medio, en el momento de la explosión, los libaneses se encontraban ya exhaustos por la crisis económica y la emergencia sanitaria de la COVID-19, que había vuelto a paralizar el país en los últimos días, pero dejaron todo de lado y se han apresurado a socorrer a sus compatriotas.
Médicos y personal sanitario han abierto hospitales y clínicas a la afluencia de los heridos, los hoteleros han puesto sus instalaciones a disposición para acoger a los desplazados que han huido de sus casas destruidas.
Esto también ha ocurrido en conventos, monasterios, iglesias y mezquitas. Las oficinas de Cáritas Líbano, por su parte, han quedado devastadas por la explosión.
“Esta dolorosa tragedia”, indica un comunicado del la oficina política del Partido chiíta Hezbolá, “y sus repercusiones sociales, económicas, humanitarias y sanitarias exigen de todos los libaneses, de las fuerzas políticas y de todos los actores del país solidaridad, unidad y trabajo compartido para superar esta difícil prueba”.