(zenit – 21 agosto 2020).- Al término de la 116ª Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Peruana, los obispos escribieron una “Carta al pueblo de Dios” en esta “dura y crítica” etapa que vive el Perú frente a la COVID-19, con el objetivo de reflexionar sobre el sufrimiento actual, la necesidad de conversión y una palabra de agradecimiento y esperanza.
El jueves, 20 de agosto de 2020, los prelados del Perú publicaron este pronunciamiento, en el que se manifiestan conscientes de que en el momento actual “estamos efectivamente ‘afligidos’”, por un virus mortal, por lo que elevan un “grito”, un “clamor al cielo, porque hoy más que nunca necesitamos la compasión y la ayuda de Dios”, señalaron.
Sufrimiento
Las pastores recuerdan que el dolor, la angustia y la desesperación reflejados en tantos rostros durante este tiempo, “no son ajenos al corazón de la Iglesia” (cfr. GS. 1), y apuntan que desde las limitaciones impuestas, han tratado en todo momento “de estar cerca” del pueblo cristiano, “brindando la ayuda posible, tanto espiritual como material”.
Sin embargo, expresan, “oprime nuestro corazón el no poder acompañar a tantos enfermos en su lecho de enfermedad y a la hora de la muerte. El no poder acompañar a tantas familias que, habiendo perdido a los suyos, no han podido llorarlos adecuadamente, como es la costumbre cristiana”. Así, recuerdan que desde la fe, “la muerte no tiene la última palabra” y aseguran que “Cristo, con su resurrección, ha ganado para nosotros la vida que no tiene fin”.
Asimismo, los obispos lamentan la limitación de tener que suspender las celebraciones públicas de los sacramentos. Sin embargo, alientan: “desde la oración diaria de tantos sacerdotes, religiosas y laicos, desde las súplicas dirigidas al cielo desde la madrugada en los conventos, desde las Misas transmitidas por los medios de comunicación y las redes sociales, los acompañamos cada día”.
Conversión
Con un aliento esperanzador, los prelados observan que el momento presente “es propicio también para recapacitar sobre nuestra relación con el Señor”, y advierten de que es “ocasión para volver a la casa paterna y reecontrarnos con el Padre que nos pone el mejor vestido y hace fiesta” (cfr. Lc 15,11-32), como nos enseña la Sagrada Escritura.
De este modo, animan a los peruanos a perseverar en la oración y desean que, “a la luz del Espíritu Santo y con la ayuda de María, nuestra Madre, vivamos este momento de prueba como un momento de gracia, para revisar en qué nos hemos alejado del amor de Dios”, haciendo un llamamiento especialmente “a quienes ejercen autoridad y dirigen el destino de nuestro país”. Ellos –indican los obispos– han de recordar que “toda autoridad viene de arriba” (Cfr. Jn 19,11), es decir, de Dios, a quien darán cuenta el día de su juicio personal.
Casos de corrupción
A los políticos, empresarios y ciudadanos corruptos, los obispos les exhortan a cambiar, a convertirse “para trabajar por los peruanos más pobres y sufrientes”. A ellos les recuerdan que el bien común “es la piedra angular de una política con ética, una política de servicio” y que “el verdadero poder es el servicio”.
Así como la fuerza de la Iglesia está en la fe en Dios y en el servicio al pueblo, así también los políticos “deben comprender que su fuerza está en el servir a la población; deben comprender que no están para decirle al pueblo qué tiene que hacer, sino al revés: conocer sus necesidades y hacer lo que éste demanda”, redactan en su carta.
Agradecimiento y esperanza
Los obispos no quieren dejar de agradecer, en medio de este sufrimiento, a los “héroes de carne y hueso, hombres y mujeres de nuestra tierra y de nuestra sangre, corazones con los colores de nuestra bandera”, que han respondido “con decisión, decencia, coraje, amor y generosidad”, y “no pocos han sacrificado sus vidas para salvar la de otros”, señalan.
En este contexto, los pastores peruanos se enorgullecen de “ver la respuesta generosa de tantas personas para ayudar en esta situación”, y enumeran: Las donaciones de alimentos, la organización de comedores populares, las donaciones para las plantas de oxígeno, la atención a los enfermos en los hospitales, el servicio brindado por los médicos, enfermeras, personal sanitario y las fuerzas de orden.
“A todos ellos”, escriben, a esta “nube de testigos” (Hb 12,1), a “los santos de la puerta de al lado”, como gusta llamarlos el Papa Francisco, “queremos rendirles homenaje y levantamos nuestras voces para decirles: ¡gracias hermanos!”.
“¡Resucita Perú, ahora!”
Concluyen su mensaje alentando con confianza por el “mensaje de amor que brota del Crucificado” que “vamos a salir de esta situación, porque nuestra esperanza tiene una roca sólida: Cristo”. Así, invitan a elevar el canto “como devotos del Señor de los Milagros”: “Con paso firme de buen cristiano, hagamos grande nuestro Perú, y unidos todos como una fuerza te suplicamos nos des tu luz”.
De este modo, anuncian que como Iglesia, iniciarán el Programa Pastoral “¡Resucita Perú, ahora!”, para “seguir aportando al país”; cuyo noble objetivo es “promover y fortalecer la acción solidaria, convocando a una amplia red de la Iglesia, la academia y la sociedad civil en interlocución con las autoridades del Estado, para superar la pandemia”.