(zenit – 14 sept. 2020)-. Dado que el Congreso de los Diputados de España ha decidido seguir con la tramitación de la Ley Orgánica de regulación de la eutanasia, la Comisión Ejecutiva de la Conferencia Episcopal Española (CEE) ha difundido hoy, 14 de septiembre de 2020, una nota sobre este asunto.
La reflexión, titulada “No hay enfermos ‘incuidables’, aunque sean incurables”, comienza señalando que la tramitación de la ley de eutanasia “es una mala noticia, pues la vida humana no es un bien a disposición de nadie”.
Otras reflexiones
La CEE recuerda que ha reflexionado repetidas veces “sobre este grave asunto que pone en cuestión la dignidad de la vida humana”. El último texto fue publicado el pasado 1 de noviembre de 2019 bajo el título “Sembradores de esperanza. Acoger, proteger y acompañar en la etapa final de la vida humana”.
En él se examinan “los argumentos de quienes desean favorecer la eutanasia y el suicidio asistido, poniendo en evidencia su inconsistencia al partir de premisas ideológicas más que de la realidad de los enfermos en situación terminal”.
Es por ello que invitan a la comunidad cristiana a su lectura y “al resto de nuestros conciudadanos a acoger sin prejuicios las reflexiones que en este texto se proponen”.
Visión individualista y reduccionista
El texto subraya que insistir en “el derecho eutanasia” es propio “de una visión individualista y reduccionista del ser humano y de una libertad desvinculada de la responsabilidad”: “Se afirma una radical autonomía individual y, al mismo tiempo, se reclama una intervención ‘compasiva’” de la sociedad a través de la medicina, originándose una incoherencia antropológica.
Por un lado, se niega la dimensión social del ser humano, “’diciendo mi vida es mía y sólo mía y me la puedo quitar’” y, por otro, “se pide que sea otro –la sociedad organizada– quien legitime la decisión o la sustituya y elimine el sufrimiento o el sinsentido, eliminando la vida”.
Responsables unos de otros
Igualmente, la nota apunta cómo la epidemia de coronavirus “nos ha hecho caer en la cuenta de que somos responsables unos de otros y ha relativizado las propuestas de autonomía individualista. La muerte en soledad de tantos enfermos y la situación de las personas mayores nos interpelan”.
Y cómo todos “hemos elogiado a la profesión médica que, desde el juramento hipocrático hasta hoy, se compromete en el cuidado y defensa de la vida humana”. La sociedad española “ha aplaudido su dedicación y ha pedido un apoyo mayor a nuestro sistema de salud para intensificar los cuidados y ‘no dejar a nadie atrás’”.
La muerte no es la salida adecuada
El suicidio, continúa, “también reclama una reflexión y prácticas sociales y sanitarias de prevención y cuidado oportuno” y la legalización de formas de suicidio asistido “no ayudará a la hora de insistir a quienes están tentados por el suicidio que la muerte no es la salida adecuada”, describe la reflexión.
“La ley, que tiene una función de propuesta general de criterios éticos, no puede proponer la muerte como solución a los problemas”, resalta.
Medicina paliativa para humanizar
Además, aclara que lo propio de la medicina es curar, pero” también cuidar, aliviar y consolar sobre todo al final de esta vida. La medicina paliativa se propone humanizar el proceso de la muerte y acompañar hasta el final”.
Por tanto, no hay enfermos “’incuidables’, aunque sean incurables”, de manera que el episcopado aboga “por una adecuada legislación de los cuidados paliativos que responda a las necesidades actuales que no están plenamente atendidas”.
La fragilidad que estamos experimentando durante este tiempo “constituye una oportunidad para reflexionar sobre el significado de la vida, el cuidado fraterno y el sentido del sufrimiento y de la muerte”, añaden.
Respeto a la dignidad humana
La sociedad “no puede pensar en la eliminación total del sufrimiento y, cuando no lo consigue, proponer salir del escenario de la vida; por el contrario, ha de acompañar, paliar y ayudar a vivir ese sufrimiento”, insisten los prelados, indicando que “no se entiende la propuesta de una ley para poner en manos de otros, especialmente de los médicos, el poder quitar la vida de los enfermos”.
Finalmente, la nota describe que el sí a la dignidad de la persona, “más aún en sus momentos de mayor indefensión y fragilidad, nos obliga a oponernos a esta esta ley que, en nombre de una presunta muerte digna, niega en su raíz la dignidad de toda vida humana”.