(zenit – 7 oct. 2020).- Dado que hoy la Iglesia celebra la advocación de Nuestra Señora del Rosario, el Papa Francisco se ha referido varias veces a esta fiesta y al rezo del Rosario en sus saludos a los peregrinos de distintas lenguas durante la audiencia general.
De este modo, en sus palabras a los francófonos, el Santo Padre ha pedido, por la intercesión de Nuestra Señora del Rosario, “la gracia de ser hombres y mujeres íntegros y dignos de fe, para que, en la oración, el Señor nos una a cada uno en su vida y nos dé paz y serenidad”.
“La fiesta de Nuestra Señora del Rosario de hoy nos recuerda la importancia de la oración contemplativa. Mientras meditamos en los misterios de la salvación, se nos revela cada vez más el rostro del propio amor de Dios que estamos llamados a contemplar en la eternidad. Que Nuestra Señora sea nuestra guía segura en el camino hacia el Señor”, dijo después a los visitantes de lengua alemana.
Rezo del Rosario
Francisco también invitó “a tomar el Rosario en vuestras manos todos los días y a levantar los ojos a la Virgen, signo de consuelo y de esperanza segura” en su saludo en portugués.
A los visitantes de lengua árabe, por su parte, los animó también a rezar dicha oración mariana, y “a llevarlo en las manos o en los bolsillos”. Para el Pontífice, el rezo del Rosario “es la más bella oración que podemos ofrecer a la Virgen María; es una contemplación de las etapas de la vida de Jesús Salvador con su Madre María, y es un arma que nos protege del mal y de la tentación”.
Finalmente, en su saludo a los fieles italianos, ha exhortado a todos “a redescubrir, especialmente en este mes de octubre, la belleza del rezo del Rosario, que ha alimentado la fe del pueblo cristiano a lo largo de los siglos”.
La oración de Elías
En la audiencia general de hoy, 7 de octubre de 2020, el Obispo de Roma ha retomado la serie de catequesis sobre la oración, proponiendo el ejemplo de “La oración de Elías”.
A lo largo de la misma, subrayó que la oración es, “dejarse llevar por Dios y dejarse también golpear por situaciones malas y tentaciones”, tal y como demuestran también san Pedro y san Pablo, que en su vida contaron con “momentos de júbilo y momentos de abatimiento, de sufrimiento”.