(zenit – 29 nov. 2020)-. Mañana domingo comienza el tiempo de Adviento, el Año Litúrgico, en curso desde el domingo 29 de noviembre hasta el 24 de diciembre.
Rafael de Mosteyrín, sacerdote del Opus Dei, nos ofrece el siguiente artículo sobre el sentido de este tiempo litúrgico.
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La palabra Adviento quiere decir venida. Es el tiempo en que los cristianos nos preparamos para celebrar la llegada de Jesucristo. Abarca las cuatro semanas antes de Navidad. Una costumbre muy bonita, y de gran ayuda para vivir este tiempo, es la Corona de Adviento, que es como el primer anuncio de la Navidad.
Esta Corona se hace con ramitas entrelazadas con hojas de pino, verdes, sobre las que se colocan cuatro velas. El primer domingo de Adviento se enciende la primera vela, y cada domingo siguiente de Adviento, se enciende una vela más, hasta llegar a la Navidad.
Mientras se encienden las velas se dice una oración, utilizando algún pasaje de la Biblia, y se recita algún canto apropiado. Es muy recomendable vivir esta costumbre en cada casa, por ejemplo, antes o después de la cena.
Lo más importante es el significado: la Luz, que va aumentando con la proximidad del nacimiento de Jesús, pues Él es la “Luz del Mundo”.
Lo fundamental del Adviento es que recordemos quién es Jesucristo. Se trata del Hijo de Dios hecho hombre, que nació de la Virgen María, por obra y gracia del Espíritu Santo. Es verdadero Dios y verdadero hombre. Igualmente celebramos también a la Virgen María. Ella es la Madre de Jesús y Madre nuestra, concebida sin pecado original, que está en el Cielo en cuerpo y alma.
Son el motivo de nuestra esperanza. Pero, ¿por qué debemos tener esperanza? ¿A quién debemos esperar? Porque todos tenemos, al menos a veces, momentos de desánimo y desesperanza. Lo que de nosotros se espera es que aportemos lo poquito que podamos para transmitir el bien a nuestro alrededor, como manifestación de que es lo que quiere Jesús para nosotros, y para todos los hombres de buena voluntad.
El día que nos muramos, tal vez el mundo siga siendo tan malo, pero lo será, gracias a nosotros, un poco menos. Contra la desesperanza no hay más que un tratamiento: hacerse menos preguntas y trabajar más.
Un claro ejemplo de esperanza ocurrió después del incendio que dejó en cenizas el laboratorio de Thomas Alva Edison. El inventor tenía ya 67 años y al día siguiente, observando las ruinas, dijo estas palabras: “El desastre tiene un gran valor porque quema todos nuestros errores. Gracias a Dios siempre podemos empezar de nuevo”.
Edison era un luchador optimista y volvió a empezar, sin quejas, a hacer lo que tenía que hacer.
El Adviento son cuatro semanas al año que nos ayudan a preparar nuestra vida, por dentro, para recibir bien a Jesús. La mayor alegría que le podemos dar es arrepentirnos de nuestros pecados, con la Confesión, y recibirle en nuestra alma en gracia, con la Comunión. Al prepararnos para celebrar que Jesús nace necesitamos una buena puesta a punto.