Por: Lym Kim.
El gobierno de Nueva Gales del Sur, uno de los seis estados que conforman Australia y cuya capital es Sydney, ha impulsado una nueva normativa que prevé quitar a la Iglesia católica la propiedad y administración de los cementerios católicos.
La diócesis de Sydney publicó un comunicado criticando la decisión. Ante todo, recuerdan que durante más de 150 años la sociedad australiana ha confiado a la Iglesia católica el entierro de sus difuntos, el mantenimiento de las tumbas y el consuelo para las familias. Han operado exitosamente durante más de siglo y medio los cementerios propios y han creado un fondo para el cuidado perpetuo de las tumbas. Por eso aseguran que no abandonarán el cuidado de los difuntos sin una pelea que se prevé terminará en los tribunales pues se trata de un atentado contra la libertad religiosa.
La diócesis de Sydney habla abiertamente de que la administración de sus cementerios será confiada a una costosa burocracia gubernamental que no tiene la simpatía ni la misión de cuidar a los muertos y sus tumbas porque no tienen experiencia en ello. Apuntan a que el gobierno va a buscar privilegiar la incineración e incluso la reutilización de las tumbas existentes para enterramientos adicionales. No dudan en afirmar que “Algunos incluso estarían dispuestos a alterar las tumbas antiguas para usar la tierra para el desarrollo”.
La preocupación, sin embargo, no es solo de los católicos. Musulmanes y judíos también han manifestado su preocupación. De hecho, en los últimos cuatro años la Iglesia y otras confesiones religiosas habían trabajado en soluciones que además no representaban costos para el gobierno. No obstante, el gobierno de Nueva Gales del Sur no ha hecho una sola provisión para un cementerio nuevo en más de un siglo y tampoco han hecho absolutamente ninguna provisión para el cuidado perpetuo de las tumbas existentes. Por el contrario, van a tomar los fondos que han acumulado desde la Iglesia y que están destinados para el cuidado de las tumbas pero para aplicarlo a otros usos.
Una muestra de cómo esto va contra la libertad religiosa es el hecho de que con estas nuevas normativas los sacerdotes y obispos que deseen celebrar misa en las capillas de los cementerios católicos deberán pedir permiso primero a la burocracia gubernamental.
El arzobispo de Sydney comenta en el comunicado que tuvo encuentros previos con el gobernador del estado en los que se le afirmó que se les incluiría en la resolución, sin embargo, fueron engañado pues inmediatamente después de las elecciones locales se les apartó. Mons. Anthony Fisher, pastor de la diócesis, asegura que hay familias que le han contactado preocupadas por el destino de las tumbas de sus familiares y por las de ellos en el futuro: “Comparto su preocupación. Estos son asuntos muy emocionales y profundamente espirituales para las personas. La exclusión de religiones y organizaciones benéficas de la gestión de cementerios carece de sensibilidad y justicia hacia las personas que ya están sufriendo pérdidas”. Y añade: “Sin duda, hay algunos en el gobierno o en la burocracia a quienes les gustaría ver a los grupos religiosos desocupar este espacio, ya que les gustaría sacarnos de la educación, la atención médica y demás cosas por el estilo. Pero no renunciaremos al cuidado de nuestros muertos sin luchar. Se trata de una cuestión de libertad religiosa y de respeto por los muertos”.
El arzobispo hace un llamamiento al primer ministro para que revoque el anuncio de la ministra Melinda Pavey. En la tradición católica enterrar a los muertos es una de las siete “obras de misericordia corporales” y rezar por los muertos una de las siete “obras de misericordia espirituales”.