Por: José R. Zárate
(ZENIT News Agency / Diario Médico, 19.07.2021).- Con permiso de la variante delta, la de la India, que puede reducir, aunque parcialmente, la eficacia protectora de las vacunas, otro de los motivos mundiales de preocupación en las últimas semanas es el aumento de casos en países con una cobertura inmunizadora elevada.
Así está ocurriendo en Singapur, Chile, Indonesia y Baréin, por ejemplo. ¿Qué tienen en común? Pues que sus poblaciones se han inyectado mayoritariamente las vacunas chinas Sinopharm y Sinovac, es decir vacunas de virus inactivados, a semejanza de las de la gripe, que cualquier virólogo, inmunólogo o vacunólogo sabe que son menos eficaces que las de ARNm (Moderna y Pfize-BioNTech), las de vectores virales no replicantes (Oxford-AstraZeneca, Janssen y Sputnik) y las de subunidades proteicas (Novavax).
Para mostrar esa diferente eficacia de las distintas vacunas, Zaid A. Alhinai y Nagi Elsidig, de la Universidad Sultan Qaboos, de Omán, presentan en el último número de International Journal of Infectious Diseases una llamativa comparación entre Baréin y Qatar, dos países vecinos del Golfo Pérsico con una población de 1,2 y 2,6 millones respectivamente. Si bien ambos han alcanzado en poco tiempo unas tasas de vacunación del 60%, los casos aumentaron a niveles sin precedentes en Baréin, mientras que disminuyeron progresivamente en Qatar.
Menos inmunidad
Los autores explican que, aunque pueda haber otros factores, el más significativo es la gran dependencia de Baréin de las vacunas inactivadas con aluminio como adyuvante. Amplían su análisis a otros diez países y obtienen resultados parecidos en función de su dependencia de las vacunas inactivadas. Los países que no usaron esas vacunas lograron disminuciones constantes en las muertes diarias por covid-19, a diferencia de los que sí.
En Baréin, la vacuna más utilizada -el 60% del total- ha sido la BIBP (Sinopharm), y Qatar en cambio decidió confiar únicamente en las vacunas BNT162b2 (Pfizer/BioNTech) y mRNA-1273 (Moderna).
El mecanismo de la vacuna BIBP se basa en un virus SARS-CoV-2 inactivado con un adyuvante de aluminio. Se ha comprobado que induce anticuerpos neutralizantes, pero no hay estudios que comparen directamente su actividad con la de otras vacunas. Un análisis de varias universidades australianas publicado en mayo en Nature Medicine, si bien no abordaba la vacuna de Sinopharm, concluía que la también china Coronavac (Sinovac), asimismo vacuna inactivada con adyuvante de aluminio, tenía menos eficacia protectora en comparación con las de ARNm y vectores adenovirales, y que esa menor eficacia se correlacionaba con títulos de anticuerpos neutralizantes más bajos. El estudio también predijo que una menor eficacia inicial resultaría en una mayor reducción de la eficacia a largo plazo y contra las variantes.
Otra diferencia entre las vacunas inactivadas y las de ARNm y vectores adenovirales estriba en las respuestas inmunitarias celulares. Por estudios previos se acepta generalmente que las vacunas inactivadas inducen respuestas celulares débiles o nulas, específicamente respuestas citotóxicas de células T CD8. En cambio, las otras han mostrado respuestas inmunes adaptativas robustas, con producción de células T CD4 y CD8 específicas de antígenos. La presencia de respuestas inmunitarias celulares en combinación con anticuerpos neutralizantes confiere inmunidad duradera y mejora los resultados en caso de infección aguda.
Sin estudios comparativos
Además, añaden los autores, mientras que con las variantes emergentes de preocupación del SARS-CoV-2 se observa un escape significativo de la actividad de anticuerpos neutralizantes, la actividad de las respuestas inmunitarias celulares contra esas variantes parece preservarse.
Si bien es cierto que la vacuna de Sinopharm mostró en los ensayos una eficacia de 73-78% contra la infección sintomática, los datos se recogieron en adultos jóvenes sanos (edad media de 36 años), y para una mediana de seguimiento de solo 77 días. “No disponemos de datos concluyentes sobre la duración de la protección conferida por la vacuna de Sinopharm, su eficacia en poblaciones vulnerables, frente a variantes preocupantes, en la prevención de enfermedades graves o en la prevención de la transmisión de la infección”, algo que sí se ha demostrado con los otros tipos de vacunas.
Aunque los resultados divergentes observados en Qatar y Baréin son potencialmente los más sorprendentes, la tendencia parece ser cierta también en otros países, según las estimaciones de los autores. “Analizando los países con una población superior a 500.000 habitantes y con datos de vacunación actualizados al 2 de junio de 2021, entre los diez con mayor porcentaje de población vacunada, cinco utilizaron en parte vacunas inactivadas: Baréin, Chile, Hungría, Maldivas y Mongolia. Los otros cinco países entre los diez primeros -Israel, Malta, Qatar, Reino Unido y Estados Unidos- dependían solamente de vacunas de ARNm y/o vectores adenovirales”.
Si bien los diez países han logrado altas tasas de vacunación, los cinco que dependieron de las vacunas inactivadas tuvieron más muertes diarias por covid-19 por millón de personas. Además, la tendencia del promedio diario de muertes por millón de habitantes en las cinco naciones que no dependieron de las vacunas inactivadas mostró una disminución constante después del 31 de enero de 2021. Sin embargo, en los otros cinco países no se observó tal disminución.
Vacunas subóptimas
Una explicación alternativa para tales discrepancias en los resultados sería que los países con tasas de mortalidad altas o en aumento simplemente relajaron las medidas de distanciamiento social con demasiada rapidez. “Sin embargo, ¿cuál es la probabilidad de que los cinco países que compraron las vacunas inactivadas cometieran ese mismo error?”.
También hay diferencias en el nivel socioeconómico de los países que se comparan. El PIB combinado per cápita de los cinco países que dependían de vacunas inactivadas fue de 14.069 dólares frente a los 56.187 dólares de los otros. “Es un factor que puede contribuir a la capacidad de un país para controlar la propagación de la infección. Sin embargo, los cinco países con menor PIB per cápita tenían, en promedio, un mejor control de la pandemia al inicio de sus campañas de vacunación en comparación con los otros cinco. Además, si no hubo una disminución en la eficacia de las vacunas, entonces ¿por qué algunos países están ofreciendo ahora una dosis adicional de una vacuna de ARNm a aquellos que ya recibieron dos dosis de una vacuna inactivada?”.
Los autores advierten que las diferencias, aunque muy ilustrativas, pueden ser circunstanciales y que se necesitan con urgencia estudios sobre la eficacia a largo plazo de las distintas vacunas, sobre todo frente a poblaciones vulnerables, transmisibilidad y variantes. En parte también para no desperdiciar recursos y encaminar los esfuerzos a los tipos de vacunas más protectoras.
“El peligro de desplegar vacunas que pueden no proporcionar suficiente protección duradera o protección contra variantes -concluyen- es que pueden ocasionar nuevas oleadas de infección y generar más variantes de preocupación. Además, la distribución de vacunas subóptimas amenaza la confianza en las campañas de vacunación”.