(ZENIT Noticias / París, 14.12.2021).- Laetitia Calmeyn es una teóloga belga que trabaja pastoralmente en París. Del ordinariamente pacífico ámbito del mundo académico saltó al del sensacionalismo periodístico cuando el pasado 9 de diciembre Paris Match le vinculó de forma difamatoria al recién dimitido ex arzobispo de París, Michel Aupetit.
El diario La Croix realizó una entrevista a la teóloga Calmeyn, quien también es virgen consagrada. Preguntada sobre el tratamiento mediático que hicieron de ella contesta: “me quedé muy impactada, lo viví como un trauma. Y entonces me vino una pregunta: si hubiera sido un hombre, un sacerdote, al lado del obispo Aupetit, ¿habría habido el mismo tratamiento mediático? ¿Deben las mujeres de la Iglesia ser reducidas a objetos de sospecha, fantasía, celos o servilismo?”. E inmediatamente añade otra pregunta para la reflexión: “¿Significa todo esto que, en la Iglesia y a los ojos del mundo, es impensable una relación entre un hombre y una mujer vivida en amistad? Puedo aceptar plenamente que los periodistas quieran conocerme, pero este robo de imágenes y este montaje para sugerir sospechas -¡cuando no hay nada que sugerir! – es terrible”.
Desde La Croix le preguntan sobre la posible imprudencia al salir a pasear con un obispo recientemente dimitido por una relación también imprudente con una mujer, a lo que Laetitia Calmeyn dice: “Hay que distinguir entre prudencia y desconfianza. Como se puede ver en las fotos de Paris Match, todos los espacios eran públicos. Que una persona que ha sido extremadamente maltratada en los últimos tiempos, que se enfrenta a su dimisión, guarde espacios de amistad para superar el calvario, forma parte del abecé de la fe. No debemos equivocarnos en el tema. ¿Dónde está el escándalo hoy? Ciertamente no en la amistad, sino en el mal que se proyecta en esta amistad”.
En la capital francesa Laetitia Calmeyn ha sido sujeto de muchos celos, según tres fuentes parisiense consultadas sobre este punto. Al origen de ellos estaría el nombramiento de Calmeyn como directora del Instituto de Ciencias Religiosas y se sumaría un hecho más: no es francesa. Es tal vez con este contexto de fondo que La Croix le interroga sobre su “lugar desproporcionado en el gobierno de la diócesis de París”, a lo que ella contesta: “Debemos volver a la objetividad de mi situación. ¿Cuáles son mis misiones en la diócesis? Soy profesora en la facultad de Notre-Dame del Collège des Bernardins y directora del ISSR (Institut supérieur des sciences religieuses). También estoy en el consejo del seminario de París, pero no formo parte del equipo que acompaña a Michel Aupetit en su gobierno. En un año fui al palacio del arzobispo una vez para un cumpleaños. Hay sacerdotes que tienen importantes responsabilidades en la diócesis. ¿Dirías de ellos: «Mira, es un hombre de poder?”. No soy siquiera la única mujer, hay otras en los distintos consejos diocesanos. Y si a veces me consultan sacerdotes o laicos sobre alguna cuestión, es en nombre de mis conocimientos teológicos. Se habla mucho del lugar de las mujeres en la Iglesia. Me parece muy importante que no sólo esté en una relación jerárquica, sino en oposición. Lo experimenté en el seminario: la visión de una mujer es completamente diferente a la de un hombre. No estoy a favor de las cuotas de mujeres en la Iglesia. Esa no es la cuestión. Hay una perspectiva femenina necesaria, pero ligada a los carismas”.
Tras esa respuesta La Croix señala que en el Collège des Bernardins las mujeres son escasas. Y le pregunta si no corre el riesgo de participar en un sistema clerical estando en un mundo de sacerdotes. A esto responde Calmeyn: “En primer lugar, cada vez somos más en el Collège des Bernardins… En segundo lugar, si sigo su razonamiento, ya no nos comprometeríamos por miedo a participar en un sistema. Me he dado cuenta de que el clericalismo, en parte, es muy inconsciente. Pero lo que también experimento a diario es que la fraternidad y las amistades mueven las cosas y permiten verdaderas relaciones de comunión. Poco después de mi llegada, un sacerdote vino a verme y me dijo: «Desde que estás aquí, he encontrado mi lugar. La cuestión del lugar de las mujeres es importante para que los hombres también puedan encontrar su lugar como tales, sin identificarse necesariamente con su función”.
Interrogada finalmente sobre qué hará con relación a Paris Match, contesta: “El camino que sigo personalmente es ser fiel a mi vida consagrada en el seguimiento de Cristo y a mi misión. Pero esta fidelidad no excluye un deber de justicia. Los abogados están explorando actualmente todas las vías legales posibles. Habrá una queja. Pero aún no hemos definido con precisión el objeto de esta denuncia: invasión de la intimidad, difamación, calumnia… Debemos evitar que esto vuelva a suceder”.