Por: OBUCV
(ZENIT Noticias – Observatorio de Bioética de la Universidad Católica de Valencia / Valencia, 05.01.2022).- La Oficina Nacional de Estadística china ha informado recientemente de que se han producido 10,62 m. nacimientos durante el año 2021, 1,4 millones menos que en 2020, un nuevo mínimo inédito desde 1950 a pesar de los esfuerzos de las autoridades para incrementar la natalidad.
Para tratar de evitar el envejecimiento poblacional y los problemas asociados a éste, se han implantado nuevas medidas orientadas a revertir la crisis demográfica como: abaratar la educación, ampliar los permisos de paternidad, instaurar ayudas económicas y préstamos blandos e incluso medidas para reducir el número de abortos, prohibiendo aquellos que no se realicen por razones médicas.
Pese a ser una noticia esperanzadora, ya que hasta hace pocos años en China se obligaba a pagar una elevada multa por tener un segundo hijo e incluso a abortar a aquellas mujeres que no podían abonarla, parece que el retroceso de las políticas antinatalistas implementadas en China durante años, hacen muy difícil revertir una situación que amenaza no solo la prosperidad del país sino la construcción de su tejido social, con estructuras familiares fragmentadas, volcadas en el esquema productivo, instruidas en el desprecio al valor de la fecundidad y con una normalización social del aborto, convertido en un método contraceptivo más.
Las actuales propuestas de incentivos de índole económico o social quedan frenadas por estructuras en las que la familia y su libertad para engendrar a su prole, ha sido profundamente debilitada durante décadas. La inercia del actual modelo social chino hace difícil revertir esta situación de riesgo demográfico.