(ZENIT Noticias / Ciudad del Vaticano, 04.03.2022).- Una delegación de la Liga Italiana de Lucha contra los Tumores acudió al Vaticano donde el Papa les recibió en audiencia este viernes 4 de marzo. Al iniciar su discurso, el Papa felicitó a los representantes de la asociación por el centenario al que ésta llegaba. “Su Liga es una precursora histórica de los cuidados paliativos actuales, que son tan importantes y valiosos” dijo el Santo Padre.
El Papa Francisco mencionó que “En una sociedad amenazada por la cultura de la indiferencia -la indiferencia, el mirar para otro lado, es la gran enfermedad de hoy- es más necesario que nunca estar cerca de la gente. Esto significa estar cerca de las personas con cáncer, que lo han tenido aún más difícil en los dos últimos años a causa de la pandemia que ha puesto en crisis el sistema sanitario. También significa estar al lado de las familias de los enfermos de cáncer, que necesitan un apoyo competente y eficaz. Por último, significa estar cerca de los profesionales de la salud, que también han sido puestos a prueba por las difíciles condiciones en las que han tenido que trabajar”.
Comentando las implicaciones que la pandemia ha dejado en el tratamiento contra el cáncer, el Papa dijo que “La pandemia también ha ralentizado los procesos de prevención y diagnóstico, con evidentes consecuencias, en primer lugar, sobre el tratamiento de la enfermedad, pero también sobre la serenidad de las familias y la sociedad en su conjunto. Esto también requiere más prevención y atención a partir de ahora”.
En este sentido, el compromiso de la Liga de Lucha contras los Tumores “es una forma de caridad social, que ejerce de forma asociativa, trabajando con organismos públicos y privados y con el sector del voluntariado”.
Deteniéndose en el aspecto del asociacionismo, el Obispo de Roma comentó que “es un testimonio importante frente a la indiferencia, frente a una mentalidad que quiere excluir a los que no son perfectos. Este testimonio requiere formación. No basta con «hacer», hay que educarse, formarse, para responder a la cultura del descarte, que tiende a marginar la vulnerabilidad, la fragilidad y el sufrimiento, marginándolos para no verlos. «Recuerdo que se debe privilegiar siempre el derecho a la atención y al cuidado de todos, para que los más débiles, especialmente los ancianos y los enfermos, no sean nunca descartados» (Audiencia General, 9 de febrero de 2022)”.
El Papa expresó su aliento para juntos “frenar esta cultura que pretende afirmar un modelo de hombre «económico», que sólo es tan bueno como su producción y su consumo”. “Por otra parte -añadió- incluso en el sufrimiento y la enfermedad somos plenamente hombres y mujeres, sin merma, reconociéndonos en esa totalidad unificada psico-físico-espiritual que sólo es propia de la persona humana”.
Casi como hablando a los afectados por los tumores, el Papa dijo hacia el final del discurso:
“Según las palabras de San Juan Pablo II, hay un «reflejo cristiano» en el sufrimiento: «Si un hombre se hace partícipe de los sufrimientos de Cristo, esto sucede porque Cristo ha abierto su sufrimiento al hombre, porque él mismo en su sufrimiento redentor se ha hecho, en cierto sentido, partícipe de todo el sufrimiento humano. El hombre, al descubrir por medio de la fe el sufrimiento redentor de Cristo, descubre al mismo tiempo en él sus propios sufrimientos, los encuentra, por medio de la fe, enriquecidos con un nuevo contenido y un nuevo significado» (Carta Apostólica Salvifici Doloris, 11 de febrero de 1984, 20)”.
Finalmente, recordando al patrón de los enfermos con cáncer, san Leopoldo Mandic, animó a seguir adelante “fieles a vuestro lema: «Prevenir es vivir».
