(ZENIT Noticias / Kiev, 21.03.2022).- Su Beatitud Sviatoslav Shevchuk, arzobispo mayor de los greco-católicos ucranianos, profundiza en la comunicación desde Kiev para este lunes 21 de marzo en la grave situación que está viviendo la ciudad de Mariúpol, una ciudad dedicada a la Virgen María y que, de hecho, lleva su nombre. También aborda el tráfico de personas que los rusos están haciendo sobre la población ucraniana.
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¡Alabado sea Jesucristo!
Queridos hermanos y hermanas en Cristo. Hoy es 21 de marzo de 2022 y Ucrania está viviendo ya el 26º día de esta injusta, de esta horrible guerra que Rusia libra contra el pacífico pueblo ucraniano, contra nuestro estado.
Hemos sobrevivido a esta noche gracias a Dios. Dios Nuestro Señor nos ha dado la luz del día. Pero esta noche se volvió a derramar sangre en Ucrania. De nuevo nuestras ciudades y pueblos fueron sacudidos por los bombardeos. De nuevo los gritos, los llantos, los lamentos resonaron desde la tierra ucraniana hasta el Cielo, hasta los oídos de Dios.
Hoy nos sentimos especialmente angustiados por la ciudad de Mariúpol, donde se está produciendo un verdadero genocidio… la gente está muriendo no sólo por las armas del enemigo, sino también por el odio… Cientos de personas están muriendo de hambre, no sólo en la misma ciudad, sino también en sus alrededores.
En los territorios temporalmente ocupados se están cometiendo verdaderos crímenes contra la humanidad. Todos los días recibimos noticias de una verdadera catástrofe humanitaria. Se da lugar a asesinatos, saqueos, violaciones. Pero incluso allí, especialmente en el sur de Ucrania, la gente pacífica protesta contra las autoridades de la ocupación. La gente protesta contra sus violadores y asesinos. Y demuestran que Khersón y otras ciudades que hoy están bajo ocupación, son Ucrania y quieren vivir en un estado ucraniano, libre e independiente.
Pido a todos que recemos por las personas que están siendo llevadas de Ucrania a Rusia. Tenemos pruebas de otra ola de deportaciones forzadas de ciudadanos ucranianos a un país extranjero. El destino que les espera allí ninguno de nosotros lo conoce, porque no son ellos los que podrán decidir qué hacer.
Hoy quiero agradecer especialmente por su trabajo a todos los rescatistas de Ucrania. Se trata de nuestros bomberos, así como también de los servicios de emergencia a distintos niveles. ¡Qué valor y qué fe hacen falta para prestar este servicio si cada día se bombardean y se destruyen las infraestructuras de nuestras ciudades y pueblos! Y estos incansables héroes trabajan obstinada e incansablemente para reconstruirlos cada día.
Son ellos quienes restablecen el suministro de electricidad, restablecen el suministro de gas, restablecen el suministro de calor a los hogares de nuestra gente. Cada día ven que el enemigo destruye el fruto de su trabajo, y se obstinan en construirlo y reconstruirlo al día siguiente. Muchos de ellos murieron bajo las bombas y los misiles del enemigo mientras cumplían celosamente su tarea. Ojalá haya más de estos rescatistas en Ucrania.
Qué importante que es que todo el mundo, que toda la comunidad mundial, imite a estos rescatistas, que desafían la guerra y recuperan el espacio para la vida. Que construyen la paz y salvan la vida de la gente en esta hodierna Ucrania en lucha.
Que Dios misericordioso bendiga nuestra tierra. Que Dios misericordioso le concede la victoria a Ucrania sobre su agresor ruso. Que Dios misericordioso conceda la victoria a nuestro ejército ucraniano. Se lo pedimos especialmente hoy a Dios Nuestro Señor en la oración.
Oh Señor, bendice a tus hijos. Bendice a tu pueblo. Bendice tu estado.
La bendición del Señor y su misericordia descienda sobre ustedes por su divina gracia y amor y permanezcan ahora y siempre y por los siglos de los siglos, amén.
¡Alabado sea Jesucristo!