(ZENIT Noticias / Kiev, 15.04.2022).- Su Beatitud Sviatoslav Shevchuk reflexiona en este mensaje, el 51 desde el inicio de la invasión de Rusia, en el mandamiento de no mentir. Aplica el tema de la mentira a esa guerra que es la informativa, donde no siempre se comparte e informa la verdad. A continuación el mensaje en este Viernes Santo.
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¡Alabado sea Jesucristo!
Queridos hermanos y hermanas en Cristo, hoy es viernes, 15 de abril de 2022, y Ucrania vive ya el 51º día de resistencia nacional, de resistencia a la agresión rusa.
Ucrania está en llamas, y las líneas de fuego son cada vez más amplias y aterradoras. Ucrania está en llamas desde Kharkiv hasta Mariupol en el este, y desde Mariupol hasta Mykolayiv en el sur. Los cañones están disparando. Bombas, artefactos y cohetes caen sobre las cabezas de los civiles. Millones de personas ya han abandonado sus hogares. Por desgracia, la guerra continúa y cada vez entendemos menos cómo se desarrollará. Todo el mundo espera otro gran enfrentamiento militar, pero Ucrania reza por la victoria. Ucrania reza y lucha por una paz justa. El ejército ucraniano protege heroicamente, a costa de su propia vida, la vida de personas pacíficas, el futuro de Ucrania y el futuro de Europa.
En medio de este terrible dolor, volvemos a dirigir nuestra mirada a la luz de la verdad de Dios, porque sentimos que morimos por esta verdad. Esta verdad de Dios da sentido a nuestra lucha. Por eso quiero reflexionar hoy con ustedes sobre el octavo mandamiento de Dios, que protege la vida humana en la verdad y dice: «No darás falso testimonio contra tu prójimo». Este mandamiento se deriva de la vocación muy arraigada y profunda del pueblo de Dios de ser testigo del único y verdadero Dios, de vivir en la verdad en relación con Dios, con el prójimo, y es el núcleo principal, el elemento principal de este testimonio. Además, este mandamiento de Dios protege la dignidad de la persona que tiene derecho a un buen nombre, a una buena reputación, que tiene derecho a que se respete su dignidad y la verdad sobre su vida y sus acciones. En la guerra, la primera víctima es siempre la verdad, pero sabemos que Cristo mismo dijo de sí mismo: «Yo soy el camino, la verdad y la vida». Por lo tanto, un cristiano que vive en la verdad durante la guerra da testimonio de la verdad, habla la verdad como testigo de lo que ha visto y experimentado, honrando y respetando así a nuestro Señor y Salvador Jesucristo.
Vemos que la gran guerra que se libra hoy en Ucrania, y que no tiene parangón en tamaño e intensidad desde la Segunda Guerra Mundial, es una guerra llamada híbrida. Para humillar al enemigo, se le atribuyen inicialmente cosas falsas. La gran guerra de hoy está relacionada con una gran mentira. Y nosotros, como cristianos, estamos llamados a vivir en la verdad y a dar testimonio de ella, incluso cuando esta verdad no beneficia a nadie, porque así cumplimos el gobierno profético, la misión profética del cristiano y de la Iglesia. Cuando damos testimonio de la verdad, cuando defendemos la autenticidad incluso de nuestros gestos litúrgicos con los que revelamos nuestra fe al mundo, con los que veneramos la Cruz de Cristo, la verdad sobre el ser humano está inextricablemente unida a la verdad del testimonio cristiano hoy.
Hoy quiero agradecer especialmente a quienes tienen el valor de dar testimonio de la verdad del sufrimiento del pueblo ucraniano. Quiero dar las gracias a todos los periodistas que vienen a Ucrania estos días para revelar al mundo la cruel y difícil verdad sobre los crímenes de los rusos perpetrados en nuestra tierra. Muchos de ellos han resultado muertos o heridos. Que el Señor pague el ciento por uno a todos los trabajadores de los medios de comunicación que ayudan al hombre moderno a conocer la verdad, y a seguirla.
Hoy, de manera especial, deseo agradecer a todos los testigos de los crímenes rusos que tienen el valor de revelarlos y hablar de ellos. Vivir en la verdad es el poder que nos hace invencibles, porque la verdad tiene su propio poder, no hay que explicarla y defenderla, sino que hay que testimoniarla, decirla al mundo, porque la verdad siempre vence, como la luz vence a la oscuridad.
Dios, bendice a Ucrania. Bendice a los profetas de nuestro tiempo que se dirigen a la conciencia del hombre moderno y le revelan la verdad eterna de Dios, presente en medio de nosotros. Dios, bendice a Ucrania, que hoy vive y muere por la verdad de Dios.
Que la bendición del Señor sea con su gracia y su amor por la humanidad ahora y por los siglos de los siglos. Amén.
¡Alabado sea Jesucristo!