Elecciones en Francia: Kena Betancur; AFP

Le Pen y Macron: las diferencias sobre los principios no negociables

En vista del voto decisivo del 24 de abril, la Asociación de Familias Católicas de Francia comparó a los dos candidatos presidenciales. Las ideas de Le Pen sólo se acercan a los principios innegociables en algunos casos, pero en su conjunto (desde el no a la eutanasia y al cannabis hasta el sí a la libertad de enseñanza) son más tranquilizadoras que las de Macron.

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Por: Luca Volonté

(ZENIT Noticias – La Bussola Quotidiana / París, 18.04.2022).- A seis días de la primera vuelta de las elecciones francesas para elegir al próximo Presidente de la República, conviene hacer algunas reflexiones. En primer lugar, la disolución y decantación de los partidos tradicionales más moderados hacia partidos más claramente identificables con determinados valores o disvalores de fondo. Los herederos del neogolismo y, lo que es peor, los socialistas están desapareciendo. Los primeros, con su candidata Valérie Pécresse, sólo han obtenido un mísero 4,8% (habían obtenido un 20,1% con François Fillon en 2017); los socialistas bajo el liderazgo de la actual alcaldesa de París, Anne Hidalgo, han caído incluso al 1,8% (habían obtenido un 6,36% con Benoit Hamon en 2017).

Esto sólo puede deberse a una razón: los valores de los dos partidos y la percepción que el electorado tiene de su propuesta siguen pareciendo poco convincentes y demasiado sustitutivos de las posiciones tradicionalmente más originales de otros partidos. Así, una parte de los republicanos se decantó por el nuevo candidato en liza Eric Zemmour, la verdadera novedad electoral de la primera vuelta; otra parte se encontró con las posiciones de Emmanuel Macron. Por otro lado, la fragmentación de las listas de izquierdas, la absoluta falta de compacidad de los socialistas (hasta unas semanas antes de la votación, Christiane Taubira también estaba en el campo) y la fuerte propuesta izquierdista y políticamente correcta del partido neocomunista de Jean-Luc Melenchon (+2,6% respecto a 2017) contribuyeron al vaciamiento socialista.

Está bastante claro que los valores fuertes -Macron representa la continuidad y la estabilidad; Le Pen un patriotismo del cambio; Zemmour y sus propuestas identitarias están en contra del inmigracionismo irreflexivo; Melenchon está por una sociedad más multiétnica (recogió el 69% del voto musulmán)- han sido los únicos ganadores. Tras estos cinco años de atropello de la mayoría macroniana a los derechos y libertades de los principios innegociables, también en Francia estos valores orientan en cierta medida (de facto) al electorado y pueden marcar cada vez más a una gran parte de él en el futuro. Las familias políticas tradicionales del siglo XX ofrecen respuestas inadecuadas a los nuevos retos actuales que afectan a los primeros principios de la democracia (dignidad humana, familia, libertad de manifestación, educación y religión incluso en la esfera pública).

De cara a la segunda vuelta entre Macron y Le Pen, la Asociación de Familias Católicas de Francia ha hecho bien en publicar una herramienta interactiva que compara los programas de los candidatos en temas «éticamente sensibles», como dicen hoy. Las diferencias entre Macron y Le Pen son muy marcadas en muchos de estos temas, y sólo en algunos casos las posiciones de Le Pen se acercan a las deseables para una política respetuosa con la idea cristiana de la persona y el bien común.

En concreto, sobre la gestación subrogada, Le Pen quiere una prohibición absoluta, el propio Macron comparte esta postura pero, de hecho, con la aprobación y el reglamento de la nueva ley de bioética, también abre la puerta a la gestación subrogada. En cuanto al aborto y su ampliación y liberalización, para Macron son necesarios, mientras que Le Pen se abstiene de emitir un juicio; Le Pen está en contra de la legalización del cannabis, mientras que Macron está abierto a un debate público y también a la liberalización. En cuanto a la inseminación artificial abierta a todos, Le Pen está en contra, mientras que Macron y su partido están muy a favor; en todos los temas de políticas familiares y de apoyo a la natalidad, las posiciones de Le Pen son mucho más parecidas a las esbozadas por los principios no negociables que las intenciones de Macron. Sobre la eutanasia la oposición de Le Pen es firme, la propuesta de Macron a favor es clara; por el contrario, Le Pen está muy abierta a la libertad de escolarización y al respeto de la libertad de elección educativa de los padres, mientras que las reformas e intenciones de Macron van en la dirección contraria.

No es casualidad que Le Pen sea la penúltima en las preferencias de los lobbies LGTB franceses (último Zemmour), mientras que Macron ocupa el primer lugar como mejor candidato. En los últimos días, la masonería francesa ha salido al campo con todas sus siete logias y obediencias, defendiendo abiertamente a la República y a Macron y temiendo «amenazas y peligros» si gana Le Pen.

El espectro del abstencionismo no existe en absoluto. El 74% de los franceses votó, y los católicos representaron el 78% de los votos. Según una encuesta de La Croix, los católicos eligen: 29% Macron (27,84% nacional), 27% Le Pen (23,15% nacional), 10% Zemmour (7,07% nacional), 14% Melenchon (21,95% nacional).

La Iglesia católica, aún traumatizada por el escándalo de pederastia instrumental, permitirá sin miedo la libertad de conciencia también en la segunda vuelta, e incluso se ha abstenido de mencionar las fuertes batallas que ha librado contra las leyes inhumanas de Macron. En estos días, inicio de la larga campaña que llevará a Macron y Le Pen a las urnas el 24 de abril, ya han comenzado las primeras andanadas de los medios de comunicación y de la internacional europeísta contra el candidato patriótico, señalado como el «putinista», el factor de crisis de la unidad europea, el peligroso extremista…

En respuesta, Marine Le Pen aclaró los días 12 y 13 de abril las reformas democráticas populares que le gustaría introducir en Francia, por ejemplo, la institución del referéndum popular vinculante para los legisladores, y reiteró su posición sobre el conflicto ucraniano: no irá a Rusia hasta que «la guerra haya terminado (…) hasta que Rusia abandone Ucrania». Pero espera que, una vez terminado el conflicto, se produzca un acercamiento entre Rusia y la OTAN. Nada extremista, todo muy serio.

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Redacción Zenit

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