Representación de la traición de Judas por unas monedas

Cartas desde la guerra (día 56): Judas, Rusia y dos momentos de traición

Más de 100.000 civiles siguen aún en esta trampa mortal en Mariupol. No hay corredores humanitarios abiertos desde hace días. Y es tarea de todos nosotros; los que pertenecemos a los distintos círculos religiosos, civiles y diplomáticos; de salvar vidas”, dice en este mensaje Su Beatitud Sviatoslav Shevchuk.

Share this Entry

(ZENIT Noticias / Kiev, 20.04.2022).- En este miércoles santos que los católicos de rito bizantino viven en Ucrania, el arzobispo mayor, Sviatoslav Shevchuk, ofrece el arte de esta jornada desde la capital. El tiempo da también pauta para meditar y por eso en esta nueva comunicación mezcla la Semana Santa que los católicos de Ucrania viven una semana después que los católicos occidentales con los acontecimientos de las últimas horas en el país.

***

¡Alabado sea Jesucristo!

Queridos hermanos y hermanas en Cristo, hoy es miércoles 20 de abril de 2022 y Ucrania vive ya 56 días de enfrentamiento, de lucha, de resistencia al agresor ruso…
Ucrania ha vivido un día y una noche dramáticos… Duras y sangrientas batallas están teniendo lugar en el este de nuestra Patria, particularmente en Donbás, en la región de Slobodá y en el sur de nuestra Madre Patria.

Especialmente en estos días estamos rezando, preocupándonos y luchando por nuestra gloriosa Mariúpol que está resistiendo heroicamente al enemigo. Por Mariúpol que hoy clama a la conciencia de Ucrania y del mundo pidiendo salvación. Pidiendo la apertura de corredores humanitarios necesarios para salvar vidas. Más de 100.000 civiles siguen aún en esta trampa mortal. No hay corredores humanitarios abiertos desde hace días. Y es tarea de todos nosotros; los que pertenecemos a los distintos círculos religiosos, civiles y diplomáticos; de salvar vidas.

Estamos viviendo la Semana Santa en Ucrania. Hoy es miércoles de Semana Santa y la Iglesia nos propone un tema especial. La liturgia de este día pone ante nuestros ojos una tragedia ocurrida entre los doce apóstoles.

Hoy reflexionamos sobre el “misterio de la traición”. Uno de los apóstoles, Judas Iscariote, se acercó a los representantes de las autoridades religiosas de Jerusalén y les dijo: “¿Qué queréis darme, y yo os lo entregaré?”  Era un discípulo de Cristo, uno que había sido testigo de los milagros de Cristo. Había escuchado su predicación todos los días. Había acompañado a nuestro Salvador en todos sus viajes junto con los demás apóstoles. Fue testigo de sus oraciones. Testigo de sus buenas obras para con todos los necesitados, de sus curaciones. Hoy Judas le pone un monto Al que no tiene precio.

Y en este fenómeno de la traición que nos describe el Santo Evangelio vemos dos momentos:

En primer lugar, vemos los esfuerzos del discípulo para usar al maestro para lograr sus propios fines. No entendemos del todo qué es lo que impulsó a Judas, pero evidentemente que no eran los pensamientos de Dios los que reinaban en su corazón. Y al final, cuando vio que no podía utilizar al Maestro como herramienta para sus propios fines, simplemente lo traicionó.

En segundo lugar, vemos cómo se pone precio a lo inestimable… Así también actúa el ladrón. Porque el ladrón después que roba, nunca respeta el precio real de lo robado. Siempre intenta venderlo barato. A lo que ha sido quitado de otros se lo devalúa. Hoy el discípulo, al entregar a la pasión, a la tortura a su Maestro, no está simplemente devaluando a Aquel que consideraba su Maestro. Está poniendo precio a la vida humana. Y así de este modo, le pone un precio a lo que no tiene precio: a Dios Nuestro Señor.

Una tragedia… Porque el fruto de tal traición, el fruto de tal regateo con la vida humana, es al final la muerte, el suicidio de este infeliz… Y Cristo se deja traicionar. Cristo dice: “El Hijo del hombre se va, como está escrito de él, pero ¡ay de aquel por quien el Hijo del hombre es entregado!”  Obviamente, nos preguntamos: ¿Cómo estoy viviendo mi vida? ¿No tengo yo también la tentación de traicionar? ¿No estoy tratando de ponerle precio yo también a aquello que no lo tiene y regatear con algo para mi propio beneficio?

La guerra es un momento terrible en el que todo lo oculto sale a la luz. Junto a ejemplos de heroísmo, tenemos ejemplos de bajeza. Tenemos ejemplos de traición. Vemos que incluso aquellos que nuestro pueblo pensaba que eran sus elegidos, a quienes se les confió el poder en Ucrania, el poder local, o incluso a quienes eligieron como diputados de la Corte Suprema; vendieron o regatearon con Ucrania. Ucrania es nuestra madre. No se le puede poner un precio a nuestra gente que está luchando por su derecho a vivir. No se le puede poner precio. ¿Cuánto vale una vida humana? No se le puede poner precio a lo que no tiene precio a los ojos de Dios.
Hoy vemos cómo para los invasores a veces la vida humana tiene menos valor que un teléfono móvil o algún electrodoméstico.

Te pedimos hoy, en este día: Señor, líbranos del pecado de traición y del pecado de devaluar la vida humana. Oh Dios, danos la gracia de valorar tu Misericordia hacia cada uno de nosotros. Oh Dios, envía tu poder, envía tu gracia a los defensores de Ucrania. A los soldados gracias a los cuales pudimos amanecer una vez más para vivir en comunión Contigo. Oh Señor, danos fuerzas para derrotar a todos los traidores. ¡Y con la fuerza de la fidelidad a nuestro juramento, a nuestra vocación, danos la fuerza para acelerar, para adelantar el día de la victoria de Ucrania!

La bendición del Señor y su misericordia descienda sobre ustedes por su divina gracia y amor y permanezcan ahora y siempre y por los siglos de los siglos, amén.
¡Alabado sea Jesucristo!

Share this Entry

Redacción Zenit

Apoya ZENIT

Si este artículo le ha gustado puede apoyar a ZENIT con una donación

@media only screen and (max-width: 600px) { .printfriendly { display: none !important; } }