(ZENIT Noticias / Maskwacis, Canadá, 25.07.2022).- Por su valor y porque reflejan el clima de acogida en el primer encuentro del Papa con indígenas canadienses, en sus propias tierras, ofrecemos una traducción al castellano del discurso que el líder “Águila Dorada» (Wilton Littlechild como nombre en inglés) dirigió la mañana del lunes 25 de julio en el encuentro con el Papa Francisco.
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Su Santidad,
Es un gran honor acogerle entre nosotros. Ha viajado lejos para estar con nosotros en nuestra tierra y para caminar con nosotros en el camino de la reconciliación. Por ello, le honramos y le damos nuestra más cálida bienvenida. Deseamos reconocer con profundo agradecimiento el gran esfuerzo personal que ha realizado para venir a nuestra tierra. Es una bendición recibirles y acogerles entre nosotros.
La vasta extensión de tierra llamada Canadá, y que los pueblos indígenas llaman parte de la Isla de la Tortuga, es la patria tradicional de las Primeras Naciones, los métis y los inuit. Aquí, en Maskwacis, estamos en la tierra del Tratado Seis, el territorio ancestral de los Cree, Dene, Blackfoot, Saulteaux y Nakota Sioux desde tiempos inmemoriales.
Mi nombre en Cree es «Usow-Kihew», que significa «Águila Dorada». En inglés se me conoce como Wilton Littlechild. Fui estudiante aquí en la Escuela Residencial Ermineskin, que, para su visita entre nosotros hoy, representa a todas las escuelas residenciales de nuestro país. Reunidos aquí esta mañana con el pueblo de Maskwacis están los supervivientes de las escuelas residenciales, los líderes, los ancianos, los guardianes del conocimiento y los jóvenes de las Primeras Naciones, los métis y los inuit de toda nuestra tierra. Nos sentimos especialmente honrados de recibir también a la Gobernadora General de Canadá, Su Excelencia Mary Simon, y al Primer Ministro, el Honorable Justin Trudeau.
Como antiguo comisario de la Comisión de la Verdad y la Reconciliación, he escuchado casi 7.000 testimonios de antiguos alumnos de internados en este país. Durante una reciente visita a su casa en el Vaticano por parte de una delegación de supervivientes indígenas, ancianos, guardianes del conocimiento y jóvenes, también oyó hablar de los abusos sufridos por muchos de nuestros pueblos en este y otros internados. Durante el tiempo que pasamos con usted, nos quedó claro que escuchó profundamente y con gran compasión los testimonios que contaban cómo se reprimía nuestra lengua, se nos arrebataba nuestra cultura y se denigraba nuestra espiritualidad. Sintió la devastación que siguió a la forma en que nuestras familias fueron destruidas. Las palabras que nos dirigió en respuesta salieron claramente de lo más profundo de su corazón y fueron para quienes las escucharon una fuente de profundo consuelo y gran estímulo. En esa ocasión expresó su intención de visitarnos en nuestra tierra y, a su manera, expresó su fuerte deseo de estar cerca de nosotros.
Y ahora, Su Santidad, ha venido a nuestra tierra en respuesta a nuestra invitación, como lo prometió. Ha dicho que viene como peregrino, buscando caminar con nosotros por la senda de la verdad, la justicia, la sanación, la reconciliación y la esperanza. Nos alegramos de que nos acompañe en el viaje. Como usted reconoció en su discurso en Roma, los Pueblos Indígenas nos esforzamos por considerar el impacto de los eventos y deliberaciones actuales en las generaciones futuras. Con ese mismo espíritu, esperamos sinceramente que nuestra reunión de esta mañana, y las palabras que comparte con nosotros, logren una verdadera curación y esperanza para muchas generaciones futuras.
Su Santidad, Kitatamihi, bienvenido a nuestra tierra.
Traducción del original al castellano realizado por el director editorial de ZENIT.