(ZENIT Noticias / Ciudad del Vaticano, 14.11.2022).- Por la mañana del lunes 14 de noviembre, el Papa recibió en audiencia a los miembros de la Federación de Organismo Cristianos y de Servicio Internacional y Voluntariado (FOCSIV) en el Palacio Apostólico. La audiencia se tuvo en el contexto de los 50 años de fundación de ese organismo. Tras haber entregado el discurso que tenía preparado, el Papa se dirigió a lo participantes de modo espontáneo. Ofrecemos la traducción al castellano de ese discurso que giró en torno al tema del voluntariado, una de las tres características que, como dijo el Papa, él ha encontrado especialmente en Italia.
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Muchas gracias por esta visita, muchas gracias a uds, por sus palabras. Este es el discurso que tengo que leer ahora, pero es mejor que lo lean en su casa, y que en este momento les diga algo que me sale del corazón, ¿de acuerdo? Se lo doy a la Presidenta, ella se encarga de darlo a conocer.
El voluntariado es una de las tres cosas que he encontrado en Italia como característica suya, no lo he encontrado así en otros lugares. Las otras cosas son los oratorios parroquiales, en el norte sobre todo, y luego las asociaciones de ayuda económica, la banca, para que la gente pueda sacar sus hipotecas allí y salir adelante, la ayuda económica. Tres cosas típicamente italianas.
Me quedo con el primero: el voluntariado. Es una de las cosas más hermosas. Porque cada uno con su propia libertad elige tomar este camino que es un camino de salida hacia el otro, una salida con la mano extendida, un camino de salida para preocuparse por los demás. Se debe tomar acción. Puedo quedarme en casa sentado tranquilamente, viendo la tele o haciendo otras cosas… No, este esfuerzo lo tomo para salir.
El voluntariado es el esfuerzo de salir a ayudar a los demás, así es. No hay voluntariado de escritorio y no hay voluntariado televisivo, no. El voluntariado es siempre extrovertido, a corazón abierto, con la mano extendida, con las piernas listas para partir. Salir al encuentro y salir a dar. Quiero retomar estas dos palabras.
Sal al encuentro. Estamos viviendo una civilización de confrontación. Las guerras son un gran choque y hoy nadie duda de que estamos viviendo la tercera guerra mundial: en un siglo, un choque tras otro, uno tras otro… Y nunca aprendemos, a nivel global, sino también a nivel personal. Cuántas veces se toman decisiones a partir del enfrentamiento: «¿Quién eres?» –«No, no sé quién soy, pero estoy en contra de esto y en contra de esto». Tu identidad es ser-contra, colisionar. En cambio, el camino que propongas, que vivas, y que sea una verdadera propuesta cristiana, es el encuentro para resolver, para sanar el conflicto. Estamos experimentando la civilización de la confrontación. Es más fácil decir «estoy en contra de esto, en contra de eso, en contra de ese otro» que decir «estoy con». Esto nos cuesta más esfuerzo. Y sales a buscar personas, a encontrar hombres y mujeres que necesitan ayuda, necesitan una mano tendida, para caminar juntos, con, no en contra.
Este es tu trabajo voluntario, y lo haces sin paga; si a lo mejor te dan algo para el bus, el billete, pero nada más. Sin sueldo, no para ganarse la vida, sino por vocación. Y es una inversión de tu tiempo lo que hace fructífera la vida de los demás. Continuad por este camino del voluntariado, es una de las riquezas de vuestra cultura italiana.
Si hay problemas —siempre habrá problemas, en todas partes— los problemas no se deben resolver como hace el avestruz metiendo la cabeza en el suelo, los problemas se resuelven caminando, yendo, discutiendo… Sí, discutiendo, ¡es bueno! A veces una buena pelea es buena… Y se entiendan bien, pero como hermanos, peleando como hermanos, los buenos hermanos saben pelear bien. Yo recuerdo una vez —cosa conocida- somos cinco y mi hermano, el segundo, se enojó con el tercero, los dos ya casados, grandes y dijeron (cosas) de todos los colores! Cuando los escuché, pensé: «¡Dios mío, estos no se mandan a decir!». «Lo hiciste… eres un idiota… eres esto, lo otro…». De todo. Entonces se detuvieron. Y mi hermano dijo: «Me voy porque estoy ocupado… ¡Hola hermosa!». Un beso y se acabó. Los hermanos saben discutir pero sin destruir lo esencial que es el vínculo fraterno. Hay que hacer esto, buscar la verdad, hay diferentes puntos de vista, discutimos, bueno, pero eso no se toca, eso siempre queda, la hermandad. Y el voluntariado es un himno a la fraternidad, es un himno a seguir así. Por eso seguir así, ayudar en este sentido, ayudar dando una mano a la gente.
Esto quería decíroslo antes de dar la bendición y despedirme. Estoy muy contento con lo que estás haciendo. Sigan adelante y que otras personas se unan a ustedes en esta hermosa obra de humanidad. ¡Gracias!
Traducción del original en lengua italiana realizado por el director editorial de ZENIT.