Foto: Oleksandr Grekhov

Crónicas Vaticanas. Navidad: guerra insensata y autocrítica

Contra toda desesperanza, una vez más es Navidad. Para la fe cristiana sigue siendo una oportunidad de esperanza que nos compromete a llevar la luz en medio de las tinieblas.

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Por: Ariel Beramendi

 

(ZENIT Noticias / Roma, 28.12.2022).- «Feliz Navidad, Feliz Navidad, Feliz Navidad. Próspero año y felicidad». Como todos los años la canción de José Feliciano inunda todos los rincones de la geografía humana y mientras esa melodía se desliza por los recuerdos de la gente que vive una Navidad serena y en familia, muchos siguen luchando por sobrevivir. Esa melodía también zigzaguea por calles frías y obscuras con edificios destruidos, imagino que esa melodía viaja sobre desiertos y mares atravesados por migrantes, que tal vez encontrarán solo la muerte y la explotación. En esta Navidad, también se contarán las víctimas de la guerra insensata, en la que el frío y el grano se han convertido en armas letales.

Sin embargo, contra toda desesperanza, una vez más es Navidad. Para la fe cristiana sigue siendo una oportunidad de esperanza que nos compromete a llevar la luz en medio de las tinieblas. Cada quien hace lo suyo. Y el Papa desde la Sede Petrina eleva su voz clamando por la paz, hace escuchar su mensaje que emerge desde la fragilidad y la contradicción de un pesebre; y con la respiración cansada habla de paz, de perdón, del verdadero sentido de estas fiestas de fin de año.

En efecto, estos días el programa del Papa está lleno de encuentros que repercuten en el orbe católico y –se espera– en gran parte de la sociedad que corre frenética a comprar el gadget de último momento.

En los últimos días, además de su tradicional agenda, ha intervenido públicamente con su saludo a la Curia y a los trabajadores del Vaticano, el pasado jueves 22 de diciembre; el sábado por la noche, 24 de diciembre, ha celebrado la Misa de Gallo, y al día siguiente a mediodía ha realizado la bendición «Urbi et Orbi», también ha rezado el Ángelus el lunes 26 diciembre.

Por razones de espacio en esta crónica semanal comentamos el saludo a la Curia Vaticana que una vez más ha sido noticia. Tradicionalmente el Papa Francisco, desde el inicio de su pontificado, en esta ocasión usa un tono autocrítico hacia los aspectos que deben cambiar y mejorar entre sus directos colaboradores. De hecho, este saludo está dirigido en particular a los responsables directos de las distintas oficinas vaticanas.

Entre altos prelados, religiosas, laicos y laicas que ocupan puestos importantes el Papa habló sustancialmente sobre la CONVERSIÓN, y llegó a decir que «la herejía verdadera no consiste sólo en predicar otro Evangelio (cf. Ga 1,9), como nos recuerda Pablo, sino también en dejar de traducirlo a los lenguajes y modos actuales, que es lo que precisamente hizo el Apóstol de las gentes. Conservar significa mantener vivo y no aprisionar el mensaje de Cristo».

Una vez más, durante este saludo navideño a sus colaboradores, el Papa les hizo recuerdo que éstos no son mejores que los demás y que incluso corren mayor peligro porque el «demonio educado» acecha una y otra vez.

Permítanme usar una metáfora navideña: muchos periodistas vaticanos esperan este discurso para comentar si el Papa dará regalos o carbón a sus colaboradores y este año el Papa Francisco dio una clave de interpretación al tono que usa en algunas de sus reflexiones y puntualizó: «si a veces digo cosas que pueden sonar duras y fuertes, no es porque no crea en el valor de la dulzura y de la ternura, sino porque es bueno reservar las caricias para los cansados y los oprimidos, y encontrar la valentía de “afligir a los consolados”, como le gustaba decir al siervo de Dios don Tonino Bello, porque a veces su consolación es sólo el engaño del demonio y no un don del Espíritu».

Ariel Beramendi es sacerdote y vive en Roma. Su cuenta de Twitter es esta: https://twitter.com/ariel_beramendi

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Redacción Zenit

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