(ZENIT Noticias / Kivu Norte, Congo, 26.01.2023).- Un Sacerdote católico de la República Democrática del Congo ha denunciado lo que califica de indiferencia internacional ante los actos de terror que asolan partes del país.
El Padre Marcelo Oliveira, misionero comboniano responsable de la provincia oriental de Kivu Norte, habló con la organización caritativa católica Ayuda a la Iglesia Necesitada (AIN) días después de un ataque contra una iglesia en Kasindi, una ciudad de la región. «El terror está muy extendido», declaró el Padre Oliveira a AIN.
Criticando lo que describió como una falta de atención internacional a las comunidades pobres e indefensas, el Padre Oliveira lanzó un grito desesperado de ayuda: «Es un pueblo hoy aquí, otro mañana allí, y todo esto en silencio. Y esto es lo que nos afecta, como misioneros, ver el silencio de la comunidad internacional, el silencio ensordecedor, mientras se masacran vidas humanas».
El Padre Oliveira también señaló el miedo generalizado entre la población de la República Democrática del Congo, especialmente en las zonas afectadas por diversas milicias armadas, cuya presencia en los últimos años ha causado enormes problemas de seguridad en el segundo país más grande de África.
Dijo: «Los atentados son habituales en esta zona de Kivu Norte… y los rebeldes tienen la costumbre de atacar las aldeas y sembrar el terror entre la población, que se ve obligada a huir y esconderse en la selva hasta que las milicias vuelven a marcharse». Y añadió: «Su objetivo es conseguir que la gente huya, para poder quedarse con parte de su tierra, que está llena de recursos naturales». Afirmó que «el terror está en todas partes» en el este de la RDC.
Los comentarios del Sacerdote se producen después de que unos atacantes armados con explosivos improvisados atentaran el 15 de enero contra una iglesia protestante en Kasindi, cerca de la frontera con Uganda. Al menos 15 personas murieron y decenas resultaron heridas tras la detonación de una bomba colocada en medio de la congregación.
Al parecer, el grupo insurgente Fuerzas Democráticas Aliadas (ADF), que reivindicó la autoría del atentado, decidió perpetrarlo un domingo, cuando la iglesia estaba llena y se celebraban bautizos.