Por: Elizabeth Owen
(ZENIT Noticias – Asia News / Jerusalén, 21.03.2023).- El patriarcado ortodoxo de Jerusalén y el primado Teófilo III, junto con el sínodo, todo el clero y los fieles, «condenan el atroz atentado terrorista» que tuvo lugar el 19 de marzo por la mañana durante la liturgia dominical «a manos de dos extremistas israelíes». Así se expresaron en una nota los dirigentes de la comunidad cristiana de Tierra Santa, al comentar el asalto a la Tumba de María, una de las iglesias más importantes para los ortodoxos, situada frente a la iglesia de Getsemani. Los autores de este «crimen atroz», prosigue el comunicado, «intentaron causar daños físicos al arzobispo Joachim», que pretendía celebrar el oficio, y a «uno de los sacerdotes», que tuvo lugar, entre otras cosas, durante «el tiempo de Cuaresma» que prepara la Pascua.
Para los líderes cristianos, los ataques son una consecuencia natural de la escalada de discursos de odio e incitación a la violencia que se está produciendo cada vez más dentro de Israel, especialmente a nivel de dirigentes, y que acaba salpicando a la sociedad. Ataques que tienen como objetivo a los cristianos, pero que tampoco perdonan a los musulmanes en una espiral continua de odio, provocación, violación del statu quo y una estrategia de tensión que amenaza con estallar en un conflicto abierto.
Fuentes locales informan de que dos radicales judíos, originarios del sur de Israel y blandiendo una barra de hierro, irrumpieron el domingo 19 de marzo por la mañana en la iglesia de la Tumba de María, uno de los lugares de culto más importantes de la tradición ortodoxa de Tierra Santa, destino frecuente de peregrinos, en el sector oriental de la ciudad santa. La pareja intentó destruir y desfigurar los objetos sagrados guardados en el interior del edificio y agredir físicamente al obispo y a dos sacerdotes que celebraban el oficio dominical. Los agresores fueron sorprendidos por algunos fieles en el interior del edificio y detenidos hasta la llegada de las fuerzas de seguridad. Por la tarde, la policía confirmó la detención de un hombre de 27 años del sur, sin dar más información sobre la identidad del sospechoso.
Bilal Abu Nab, un vendedor que trabajaba cerca de la iglesia, declaró a Afp que el ataque fue perpetrado por dos judíos, uno de los cuales llevaba una «kipá» (tocado tradicional) y el otro un «tzitzit» (chal). Un sacerdote resultó herido en la cabeza. El nuevo atentado «terrorista» se produce en un momento de profunda tensión en Tierra Santa, y por diferentes motivos: en primer lugar, la crisis interna de Israel, donde decenas de miles de personas han salido repetidamente a la calle junto a jueces y magistrados para protestar contra la reforma de la justicia del gobierno dirigido por el primer ministro Benjamin Netanyahu.
A ello se añade el enfrentamiento ya abierto entre israelíes y palestinos (en Cisjordania y Gaza), alimentado también por el paseo del ministro Itamar Ben-Gvir a la Explanada de las Mezquitas, que corre el riesgo de convertirse en una nueva intifada. Por último, las tensiones confesionales y la violencia de extremistas judíos contra cristianos (y musulmanes): el último episodio se remonta a principios de febrero, contra la Iglesia de la Flagelación, mientras que a principios de año grupos extremistas habían profanado un cementerio en el Monte Sión y antes habían atacado otros objetivos, entre ellos una iglesia cerca del Cenáculo, la propia Basílica de Nazaret y edificios católicos y greco-ortodoxos.
El Patriarcado Ortodoxo Griego subraya en la nota que los ataques contra los lugares sagrados, los bienes, el patrimonio y la identidad de los cristianos constituyen una violación del derecho internacional. Los líderes cristianos piden abiertamente la «protección» de los lugares religiosos de Jerusalén y subrayan la necesidad de respetar la libertad religiosa, un derecho humano fundamental. Por último, los cristianos piden a la comunidad internacional seguridad y protección, en particular para la iglesia del Santo Sepulcro.