Por: Ariel Beramendi
(ZENIT Noticias / Roma, 04.04.2023).- El pasado domingo 2 de abril por la mañana, la centenaria Plaza San Pedro, una vez más, se vistió de gala para dar inicio a la Semana Santa. La misa fue presidida por el Papa Francisco. La jornada primaveral inició con una mañana soleada acariciando los rostros y las palmas de los peregrinos. Al terminar la misa, muchos jóvenes corrían de una esquina a otra, dentro de los rediles formados por vallas de madera, en busca de la foto perfecta. Mientras Francisco, con el rostro cansado pero sonriente, era transportado por el papamóvil.
Horas después, el cielo dominical se ensombreció y una tormenta de granizo castigó a los transeúntes de la ciudad romana que, desprevenidos, buscaban un cobijo de las piedrecillas de hielo que rabiosas lastimaban todo lo que tocaban.
Fue una jornada que nos enseñó que todo puede cambiar en un instante.
Algo parecido sucedió cuando el miércoles 29 de marzo, después de la Audiencia General, el Papa Francisco fue hospitalizado.
Al inicio, las noticias parciales y oficiales, fueron contra decidas por periodistas bien informados. Después, un magma de información malintencionada, emergente de la blogosfera, provocó más confusión. En estos giros y contra-giros informativos, al tercer día el Papa dejó el hospital, pero antes hizo detener la movilidad que lo transportaba y, al agradecer a los periodistas, confirmó que presidiría los ritos de Semana Santa y que continuaría con su agenda pastoral, que incluye un viaje a Hungría del 28 al 30 de abril.
Un día después, el Papa presidía la liturgia que daba inicio a la semana más importante del año. Su homilía fue dedicada al abandono, recordando a la feligresía que «los rechazados y los excluidos son iconos vivos de Cristo: nos recuerdan su amor temerario, su abandono que nos libra de toda forma de soledad y aislamiento»; y respirando con esfuerzo añadió: «también yo tengo necesidad que Jesús me acaricie y por eso voy a encontrarlo en los abandonados».
De todas maneras, en los últimos siete días, hubo otros momentos álgidos en la información religiosa y desde esta Crónica Vaticano damos cuenta de dos hechos.
Los Dicasterio para la Cultura y la Educación, junto al Dicasterio para el Servicio de Desarrollo Humano Integral, el pasado jueves 30 de marzo, emitieron un comunicado conjunto repudiando la doctrina colonial del descubrimiento. Allí afirman categóricamente que la «doctrina del descubrimiento» no forma parte de la enseñanza de la Iglesia católica, y que muchos cristianos, en nombre de Dios y tergiversando documentos papales, expropiaron tierras y pertenencias a los pueblos indígenas. No cabe duda que es una declaración vaticana de gran importancia.
Por otra parte, también fue noticia, esta vez menos agradable, la renuncia del sacerdote jesuita Hans Zollner que, este 30 de marzo, se retiró de la Comisión para la Protección de Menores argumentando falta de transparencia en aspectos decisionales y económicos. Este sacerdote era uno de los miembros fundadores de esta comisión y fue un punto de referencia en esta delicada temática. Horas más tarde, el cardenal O’Malley, presidente de dicha comisión, dijo estar decepcionado y en desacuerdo con las motivaciones que Zollner presentó como motivo de su renuncia.
Hay muchas noticias más, pero ahora es el momento de vivir los misterios de nuestra fe y prepararse, en esta Semana Santa, para morir y resucitar con Jesucristo Nuestro Señor.
