(ZENIT Noticias / Argenteuil, 27.04.2023).- La organización no gubernamental Monitoreo Azul y Blanco reportó 39 nicaragüenses detenidos durante el mes de abril por la Policía Nacional. La mayoría son opositores y feligreses católicos. También se encarceló a un periodista.
Los informes son respaldados por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, señalando que las detenciones fueron arbitrarias, muy posiblemente por motivos políticos. El periodista recluido fue acusado de cubrir una procesión durante la Semana Santa. El informe también confirma la expulsión de Nicaragua del sacerdote panameño Donaciano Alarcón, según informó Zenit el 8 de abril, por predicar a favor del obispo nicaragüense Rolando Álvarez, condenado a 26 años por delitos considerados “traición a la patria”.
De los 39 detenidos, 9 personas fueron liberadas después y 30 permanecen en prisión. Monitoreo Azul y Blanco suscribe 70 incidentes documentados por violaciones a los derechos humanos entre el 17 y el 19 de abril en Nicaragua. Fueron de todo tipo: detenciones arbitrarias, allanamientos, agresiones violentas, amenazas y hostigamientos sobe el control territorial. Estos actos ofensivos contra la población coinciden con el aniversario de las manifestaciones populares de 2018 adversas al Gobierno de Daniel Ortega, en las cuales murieron cientos de personas, miles fueron heridos y decenas de miles huidas al exilio.
Las críticas de Daniel Ortega a la Iglesia se suman a la opresión contra el pueblo, especialmente católico. El dictador nicaragüense se ha expresado con palabras agresivas refiriéndose a los obispos:
“Hay corrientes que son totalmente tan… con el alma llena de veneno. Tienen al demonio en el corazón. Son el demonio caminando. Y, para colmo, el demonio con la cruz, imagínense, en el pecho. ¡Qué sacrilegio! ¡Es un pecado, un sacrilegio, que esos demonios anden con la cruz en el pecho! Y, con esa cruz, querer manipular y querer ensangrentar, y querer quitar gobiernos”.
Las protestas en 2018 estallaron contra unas reformas de seguridad social. El unánime rechazo posterior de la oposición pidió la renuncia del presidente Daniel Ortega, quien respondió contra las protestas y produjo oficialmente 355 muertos. Calificó la movilización como intento de golpe de Estado. Pidió apoyo a los obispos, quienes se desvincularon del proceso político, pero advirtieron que la violencia no era la solución.
La reacción del Presidente nicaragüense fue el ataque a toda la Iglesia, incluido el Papa Francisco quien, ante los hechos, comparó el régimen de Nicaragua con la dictadura de Hitler. Daniel Ortega ordenó la ruptura de relaciones diplomáticas con el Estado Vaticano.
Las palabras del Papa fueron:
“Con mucho respeto, no me queda otra que pensar en un desequilibrio de la persona que dirige. Ahí tenemos un obispo preso, un hombre muy serio, muy capaz. Quiso dar su testimonio y no aceptó el exilio. Son un tipo de dictaduras groseras”.
Ortega se defendió de las acusaciones tildando a la Iglesia de dictadura perfecta: “Si van a ser democráticos, empiecen por elegir con el voto de los católicos a los cardenales, que sea la población la que los elija y no que todo impuesto: es una tiranía perfecta. ¿Con qué autoridad me hablan de democracia?”.
No se ha controlado Daniel Ortega y se refirió a los obispos y sacerdotes como asesinos y golpistas, culpándoles de las manifestaciones en su contra: “Salían de las iglesias, no de todas, armados, para lanzar los ataques contra los cuarteles de policía. Y algunos curas llamando a la gente que me metieran plomo”.
Ha expresado mentiras públicas contra las autoridades religiosas: “Los señores obispos dando golpes de Estado, tranquilamente, con su firma ahí, con sus nombres completos. No hubo un solo obispo que no firmara, todos firmaron, hasta los que lucían más moderados”. Ha publicado un extenso mensaje a los nicaragüenses, declarando el 19 de abril como el Día de la Paz.
En medio de la persecución, la Iglesia de Nicaragua ora y trabaja por su pueblo, que también sufre los golpes del dictador, con paciencia y control entre el aire de miedo que corre por el país.