(ZENIT Noticias / Ciudad del Vaticano, 08.05.2023).- Al final de la audiencia general del pasado miércoles 3 de mayo, el Papa acogió a varias personas víctimas de abuso sexual por parte de miembros del clero. Las personas procedían de Eslovenia y entre ellas se encontraba un sacerdote que en su juventud también fue también víctima. «Me llamo Janez Cerar, soy Sacerdote católico esloveno, trabajo con niños vulnerables y yo mismo soy un superviviente de abusos sexuales», declaraba al diario Il Messaggero.
Dos días después, el Papa dirigió un mensaje a los miembros de la Pontificia Comisión para la Protección del Menor, el organismo de la Santa Sede que se ocupa de aconsejar al Pontífice en las acciones para erradicar el abuso sexual de la Iglesia.
Fue en ese contexto, el día 5 de mayo, que el Papa narró una experiencia con sobrevivientes. Por el modo de la narración, se sobre entiende que no se trata de las mismas víctimas eslovenas sino de otro encuentro en otro lugar distinto a la Plaza de San Pedro.
Dijo Francisco: «Hace poco me reuní con un grupo de supervivientes de abusos que pidieron entrevistarse con la dirección del instituto religioso que dirigía la escuela a la que asistieron hace unos 50 años. Menciono esto porque lo denunciaron abiertamente. Eran todos ancianos y algunos de ellos, conscientes del rápido paso del tiempo, expresaron su deseo de vivir los últimos años de su vida en paz. Y la paz, para ellos, significaba reanudar su relación con la Iglesia que les había ofendido, querían cerrar no sólo el mal que habían sufrido, sino también los interrogantes que llevaban dentro desde entonces. Querían que se les escuchara, que se les creyera, querían que alguien les ayudara a comprender».
El Papa también señaló que en ese encuentro «Hablamos juntos» y las víctimas «tuvieron el valor de abrirse». Menciona que «En particular, la hija de uno de los maltratados habló del impacto que la experiencia de su padre había tenido en toda su familia». Fue así que el Papa subrayó que «Reparar el tejido desgarrado de la historia es un acto redentor, es el acto del Siervo Sufriente, que no evitó el dolor, sino que tomó sobre sí toda culpa (cf. Is 53,1-14). Este es el camino de la reparación y de la redención: el camino de la cruz de Cristo».
La historia de este encuentro la concluye el Pontífice refiriendo que «En este caso concreto, puedo decir que para estos supervivientes se produjo un verdadero diálogo durante los encuentros, al término de los cuales dijeron sentirse acogidos por los hermanos y recobrar un sentimiento de esperanza en el futuro».
Todo esto evidencia una pastoral de acogida que tantas veces no se publicita y que sin embargo sucede. Se trata de una pastoral no solo justa y necesaria que no está encaminada a mejorar la proyección pública de una institución sino a aportar en la sanación de quienes han sufrido.