Obispos argentinos

Argentina: obispos a 40 años de recuperación de la democracia, «¿qué hemos hecho con nuestra patria?»

«Rogamos a quienes poseen mayores responsabilidades que tengan la grandeza de pensar en el sufrimiento de muchos, más que en los intereses mezquinos», piden los obispo.

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Por: Diego Castro

 

(ZENIT Noticias / Buenos Aires, 09.05.2023).- Los prelados argentinos se reunieron para la 122° Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Argentina que se desarrolló en la Casa de Retiros «El Cenáculo» de la localidad de Pilar, en la provincia de Buenos Aires.

Las deliberaciones están encabezadas por Monseñor Oscar Vicente Ojea, Obispo de San Isidro y presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, junto con los miembros de la Comisión Ejecutiva que componen Monseñor Marcelo Daniel Colombo, Arzobispo de Mendoza y vicepresidente primero; Monseñor Carlos Alfonso Azpiroz Costa OP, Arzobispo de Bahía Blanca y vicepresidente segundo; y Monseñor Alberto Germán Bochatey OSA, Obispo auxiliar de La Plata y secretario general de la CEA.

La Asamblea inicio el lunes 24 de abril y concluyó el viernes 28 de abril. Fueron convocados los 97 obispos del país, pues se invitó a 41 obispos eméritos, 1 obispo electo y, como es habitual, al Nuncio apostólico, Monseñor Miroslaw Adamczyk.

Los obispos dedicaron un importante tiempo de la Asamblea a continuar profundizando el camino Sinodal que ha propuesto el Papa Francisco y que ha culminado ya en su fase Continental.

En este contexto, emitieron un comunicado al conmemorarse este 2023 los cuarenta años de recuperación de la democracia en Argentina.

A continuación, el comunicado completo emitido por la Conferencia Episcopal Argentina.

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Hermanas y hermanos de nuestra querida patria,

día tras día vemos un pueblo que sufre. Pesa el agobio del desencanto, las promesas incumplidas, los sueños rotos. Pesa también la falta de un horizonte claro para nuestros hijos. Angustia sentir que es cada vez más difícil poner el pan en la mesa, cuidar la salud, imaginar un futuro para los jóvenes. Se suman el miedo a salir a la calle, la violencia y la agresión generalizada. Se hace sentir cada vez más la pérdida de los valores que sostenían la vida familiar y social.

Nos duele en el alma la deserción de los chicos del colegio, las aulas reemplazadas por una esquina o un rincón peligroso a la vista de madres impotentes. Volvemos a olvidar que la mejor política de seguridad es la educación.

No pretendemos ser expertos en diagnósticos, sólo recogemos el lamento y las lágrimas de la gente que nos encontramos en nuestros pueblos y barrios. ¿Qué hicimos de nuestra patria? A cuarenta años de la recuperación de la democracia vemos con dolor cuánto desaprovechamos las posibilidades que teníamos de construir una Argentina pujante y feliz.

Pero la bronca y el cansancio no son buenos consejeros. Invitamos con fervor a seguir confiando en el camino democrático con la esperanza de que estamos a tiempo. Siempre es posible renacer si lo hacemos entre todos. Siempre hay camino si somos capaces de conversar y de ponernos la patria al hombro. Este es un deseo que no sabe de grietas o partidos, es de un pueblo.

Por eso pedimos, rogamos a quienes poseen mayores responsabilidades que tengan la grandeza de pensar en el sufrimiento de muchos, más que en los intereses mezquinosLa gente necesita recibir propuestas concretas y realistas más que soluciones tan seductoras como inconsistentes. También espera que se sienten a escucharse y a discutir con respeto hasta encontrar puntos en común. Ansía caminar hacia un proyecto estratégico de desarrollo, que abra un horizonte de esperanza, dignidad, paz social, trabajo y prosperidad, privilegiando a los tirados al borde del camino.

Por otro lado, de ésta no zafa nadie. Dice Francisco: «Seamos parte activa en la rehabilitación y auxilio de las sociedades heridas… Es posible empezar de abajo y de a uno, pugnar por lo más concreto y local hasta el último rincón de la patria…» (FT 77-78). Nos inspiran muchos que ya lo están haciendo. Como hermanos y conciudadanos queremos invitarlos e invitarnos a cultivar los grandes valores de la honestidad, la laboriosidad, el respeto, el cuidado de la vida, la bondad, el servicio, la justicia. Sin ellos no habrá políticas ni proyectos que nos saquen del pozo. También la actividad política debería estar cimentada en una vida austera y coherente.

Nosotros como creyentes también proponemos un camino desde la fe. El Dios que nos dio la vida y nos quiere tanto puede darnos la fuerza para no bajar los brazos y seguir luchando. Porque si no actuamos hoy, dejaremos de ser protagonistas para convertirnos en espectadores fracasados.

Como pequeño gesto hemos decidido que todas las diócesis del país hagamos una misión visitando algunos de nuestros barrios donde viven los más vulnerables y abandonados.

Con todo cariño pedimos al Señor que bendiga nuestra patria y a la Virgen de Luján que no nos suelte de la mano.

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Redacción Zenit

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