Por: Malcolm Roberts
(ZENIT Noticias – The Spectator / Australia, 16.05.2023).- La Organización Mundial de la Salud ha orquestado un «marco para responsables políticos, autoridades educativas y sanitarias y especialistas» titulado «Normas para la educación sexual en Europa«.
Su propósito es normalizar (en otras palabras, anular) las diversas prácticas docentes de cada nación soberana de Europa y de la comunidad internacional en general en materia de educación sexual.
Tras obligar a los países europeos a cumplirla, las Naciones Unidas pretenden ampliar un marco similar a todos los Estados miembros de la ONU, incluida Australia. Este marco se denomina Orientaciones Internacionales sobre Educación Sexual, elaborado como parte de la Educación 2030 de las Naciones Unidas y firmado por UNICEF. La OMS está promoviendo activamente este marco. A mediados de abril de 2023, la Comisión de Población y Desarrollo no llegó a un consenso sobre el avance de la estrategia, lo que supuso un respiro… por ahora.
«Nadie está contento con este resultado», declaró un portavoz de Senegal. A continuación, señalaron que las personas proceden de «horizontes y realidades» diferentes y que la comisión debe «respetar todas las culturas». El problema de la política comunista es que exige un enfoque uniforme con idénticos resultados ideológicos, independientemente de la cultura.
¿Y qué tipo de «visión» tiene en mente la OMS para los niños del mundo?
Su marco preferido exige que la educación sexual comience en el nacimiento y sea guiada por el Estado a través de la incesante labor de los educadores, en lugar del modelo actual de desarrollo dirigido por los padres con la ayuda de las escuelas para ponerse al día.
Los países europeos ya han empezado a integrar la agenda de la OMS en sus planes de estudio. Alemania, por ejemplo, utiliza el documento de la OMS «ampliamente» para «el desarrollo y la revisión, el trabajo de promoción y la formación de educadores».
Francamente, los Estándares para la Educación Sexual en Europa son un documento «violador» que parece la mente de un psicópata infantil al que se le ha dado el control de la sanidad pública.
El documento de la ONU deja muy clara su intención de que:
«Este marco pretende capacitar a niños y jóvenes para desarrollar relaciones sociales y sexuales respetuosas. Estas habilidades pueden ayudar a niños y jóvenes a formar relaciones respetuosas y saludables con miembros de la familia, compañeros, amigos y parejas románticas o sexuales».
El Marco también enseña a los niños en qué consiste el consentimiento, lo que significa que asumen que un niño puede consentir en mantener relaciones sexuales.
Empezar la educación sexual al nacer
La OMS expone sus razones para enseñar a los niños de 0 a 6 años los pormenores de la reproducción biológica, es decir, a los niños que aún son lo bastante pequeños para creer en Papá Noel y el Ratoncito Pérez. A los 6 años, la OMS quiere que la industria educativa -y presumiblemente sus profesores- expongan a los niños los conceptos de coito, masturbación y pornografía. A los 9 años, se espera que alcancen un conocimiento «adulto» del sexo que incluya la enseñanza de la masturbación y el visionado de pornografía en línea. A los 12 años -recordando que seguimos hablando de niños pequeños- la OMS desea que el curso oficial de educación europeo explore las respuestas políticas y emocionales al sexo, la pubertad y el género.
Empezar la educación sexual al nacer es un indicio de la mentalidad de estas personas. Los niños de 0 a 4 años deben ser capaces de distinguir entre interacción sexual consentida y no consentida y desarrollar una «actitud positiva» ante los diferentes estilos de vida sexual de los adultos.
Estos estándares, si es que se les puede llamar así, forman parte de una iniciativa lanzada por la Oficina Regional para Europa de la OMS en 2008 y fueron desarrollados por el Centro Federal de Educación para la Salud con la colaboración de 19 «expertos» de países de Europa Occidental.
En sus propias palabras, se creó como parte de una «nueva necesidad» de educación sexual «desencadenada por diversos acontecimientos durante las últimas décadas». Estos incluyen «la globalización y la migración de nuevos grupos de población con diferentes antecedentes culturales y religiosos, la rápida difusión de los nuevos medios de comunicación, en particular Internet y la tecnología de telefonía móvil, la aparición y propagación del VIH/SIDA, la creciente preocupación por el abuso sexual de niños y adolescentes y, no menos importante, el cambio de actitudes hacia la sexualidad y el cambio de comportamiento sexual entre los jóvenes».
Parece como si la mala crianza de los hijos, las prácticas culturales incompatibles y la falta de rigor en la vigilancia del abuso infantil se utilizaran como excusa para acabar con las normas fundamentales de protección de la infancia y con la inocencia de los niños de la que Occidente solía enorgullecerse.
El argumento original para introducir niveles básicos de educación sexual en el sistema escolar se centraba en la seguridad infantil. Estos cursos se concibieron como una puesta al día, sobre todo para las chicas jóvenes que habían alcanzado una edad en la que era posible que se quedaran embarazadas, con el fin de garantizar que comprendían lo esencial en materia de reproducción para protegerse a sí mismas. Se trataba de evitar embarazos adolescentes peligrosos y abusos, no de fomentar el comportamiento sexual de los menores.
Ahora parece que los adultos que buscan la afirmación de sus opciones sexuales están inundando el sistema educativo con contenidos inadecuados para su edad que se están consolidando a través de los edictos de burocracias mundiales no elegidas, como la OMS.
Cambios demográficos
En este caso, el marco educativo señala que se está produciendo un aumento de la propagación de enfermedades sexuales entre los niños y un aumento de los embarazos de adolescentes en toda Europa, pero lo que el informe no explica es que esto se está observando en gran medida entre la demografía inmigrante tras proceder de culturas en las que el abuso y la sexualización de los niños son habituales en comparación con los estándares europeos.
Hay innumerables artículos que detallan la duplicación de los abusos a menores en los últimos años: algunas publicaciones describen Europa como «un centro de material de abusos a menores» y Save the Children informa de que los menores migrantes están siendo «sistemáticamente maltratados por la policía, los traficantes de personas y otros adultos».
Podría decirse que políticas como la de la ex canciller alemana Angela Merkel y su «compromiso con los refugiados» de 2015, que animaba a Europa a abrir las compuertas a la migración masiva (y, por tanto, a la escalada de las redes de tráfico de personas), son en gran medida culpables del peligro al que se enfrentan ahora los niños en Europa.
La solución parecería obvia: centrarse en la integración de las comunidades de inmigrantes en el orden moral establecido de las naciones europeas y castigar severamente a los adultos que lleven a cabo prácticas ilegales importadas de sus países de origen, al tiempo que se aplican sanciones penales extremas a los traficantes de personas y a la policía que les ayuda.
Por encima de todo, cabría imaginar que los padres y el sistema educativo procurarían proteger a los niños del mundo sexual en sus años de formación para garantizar la ruptura del ciclo de degeneración.
No es eso lo que propone la OMS.
Educación sexual positiva
En referencia a la tradicional (y muy exitosa) educación sexual en las escuelas, la OMS dice:
«Tradicionalmente, la educación sexual se ha centrado en los riesgos potenciales de la sexualidad, como los embarazos no deseados y las ETS (enfermedades de transmisión sexual, ndt). Este enfoque negativo a menudo asusta a los niños y jóvenes: además, no responde a su necesidad de información y habilidades y, en demasiados casos, simplemente no tiene relevancia para sus vidas.»
Pues sí, los niños deberían tener miedo al embarazo: podría matarlos. En cuanto a la «necesidad de información y habilidades», los niños no necesitan «habilidades» en la práctica sexual. De hecho, el documento parece lamentar que la mayoría de los niños occidentales tengan su primera relación sexual entre los 16 y los 18 años.
La OMS añade:
«Un enfoque holístico basado en la comprensión de la sexualidad como un área del potencial humano ayuda a niños y jóvenes a desarrollar habilidades esenciales que les permitan autodeterminar su sexualidad y sus relaciones en las distintas etapas de desarrollo. Les ayuda a adquirir mayor autonomía para vivir su sexualidad y sus relaciones de pareja de forma satisfactoria y responsable.»
Recuerde que estamos hablando de niños, no de adolescentes.
Problemas éticos importantes
Hay importantes problemas éticos en este documento que saltan a la vista. Por ejemplo, durante su queja sobre la educación sexual tradicional «apropiada para la edad» en las escuelas, la OMS insiste en que «es más correcto utilizar el término ‘apropiado para el desarrollo’ porque no todos los niños se desarrollan al mismo ritmo».
A continuación, el documento parece abusar del sagrado concepto de derechos humanos fundamentales para afirmar que la Convención de las Naciones Unidas sobre los Derechos del Niño «establece claramente el derecho a la información y la obligación del Estado de proporcionar a los niños medidas educativas» que incluyen «los derechos sexuales como derechos humanos relacionados con la sexualidad» y que «todas las personas [tienen derecho] a acceder a la educación sexual».
«Todas las personas, sin discriminación, tienen derecho a la educación e información en general y a la educación e información integral en sexualidad necesaria y útil para ejercer plenamente la ciudadanía y la igualdad en el ámbito privado, público y político».
Enumera los derechos humanos como el «principio rector» de la Estrategia de Salud Reproductiva de la OMS en busca de esos elevados y aterradores «objetivos internacionales de desarrollo» que tanto horror han causado en las naciones occidentales en otros aspectos de la sociedad, incluido -pero no limitado a- el intento de encerrar a la gente en ciudades de 15 minutos.
«Es necesario promover la salud sexual como estrategia esencial para alcanzar los Objetivos de Desarrollo del Milenio…».
A esto le sigue la dudosa afirmación de que «el temor a que la educación sexual pueda conducir a una mayor actividad sexual o a una actividad sexual más temprana por parte de los jóvenes no está justificado, como demuestran los resultados de las investigaciones».
Una generación de niños cada vez más sexualizados
Independientemente de esta «investigación», los resultados del mundo real muestran una generación de niños cada vez más sexualizados y movimientos para normalizar la pedofilia entre las comunidades activistas bajo el disfraz de términos como «personas menores de edad atraídas».
Alemania, uno de los primeros países en adoptar el marco, ha registrado un aumento espectacular de la violencia sexualizada contra menores, con 17.704 niños víctimas de violencia sexual en 2022. ¿Una de las principales causas de este abuso? Que los jóvenes compartan imágenes sexuales en las redes sociales, lo que no es de extrañar si se tiene en cuenta que el Estado les estimula sexualmente desde la infancia.
En cuanto a los perpetradores adultos, Alemania podría tener más suerte erradicando el abuso si aumentara sus sentencias. En una ocasión, en 2019, dos hombres de 56 y 33 años fueron encarcelados por solo 13 y 12 años respectivamente por abusar de cientos -posiblemente hasta mil- de niños en un camping durante un período de 20 años, agrediendo a niños de entre 3 y 14 años.
Mientras tanto, la saturación de guarderías y aulas con ideología LGBTQ+ y trans ha provocado un rápido aumento de niños -demasiado pequeños para pensar en relaciones sexuales- que se identifican como parte de estos movimientos o se confunden sobre su género hasta el punto de llegar a sentirse gravemente angustiados. Tanto en Europa como en Estados Unidos, esto ha creado una industria médica lucrativa en la interferencia química y quirúrgica de los cuerpos de los niños, de cuyos resultados los niños nunca se recuperarán.
Los niños son impresionables. Abrir su mundo a contenidos sexuales para adultos es totalmente inapropiado.
«Al hablar del comportamiento sexual de los niños y los jóvenes, es muy importante tener en cuenta que la sexualidad es diferente para los niños y los adultos», afirma la OMS. «Los adultos dan un significado sexual al comportamiento basándose en sus experiencias de adultos y a veces les resulta muy difícil ver las cosas a través de los ojos de los niños. Sin embargo, es esencial adoptar su perspectiva. […] El desarrollo del comportamiento, los sentimientos y las cogniciones sexuales comienza en el útero y continúa a lo largo de toda la vida. Los precursores de la percepción sexual posterior, como la capacidad de disfrutar del contacto físico, están presentes desde el nacimiento».
Lo cual suena terriblemente a que la OMS cree que el hecho de que un bebé disfrute de que su padre le coja de la mano está relacionado con sentimientos sexuales.
«Los niños tienen sentimientos sexuales incluso en la primera infancia. Entre el segundo y el tercer año de vida, descubren las diferencias físicas entre hombres y mujeres.
Durante esta época, los niños empiezan a descubrir su propio cuerpo (masturbación en la primera infancia, autoestimulación) y también pueden intentar examinar el cuerpo de sus amigos (jugar a los médicos) […] a partir de los tres años, comprenden que los adultos son reservados en este tema. Ponen a prueba los límites de los adultos, por ejemplo desnudándose sin avisar o utilizando un lenguaje de contenido sexual».
Matriz de la educación sexual
La conclusión a la que llega este informe no es que la sociedad y sus adultos deban proteger a los niños del complejo y confuso proceso de convertirse en adultos, manteniéndolos a salvo no sólo de sí mismos, sino también de otros adultos que podrían intentar abusar de ellos.
«La educación sexual empieza con el nacimiento», afirma la OMS, y «la educación sexual se basa firmemente en la igualdad de género, la autodeterminación y la aceptación de la diversidad».
La puesta en práctica de este espectáculo de terror llega a través de la Matriz de Educación Sexual e incluye preguntas como: «¿Por qué la educación sexual debe comenzar antes de los cuatro años?».
Dentro de la Matriz, a los niños de 0 a 4 años se les enseñará sobre el embarazo y el nacimiento, el placer de la masturbación infantil, la identidad de género y los diferentes tipos de «amor». A los niños de 4 a 6 años se les animará a «consolidar su identidad de género» y los sentimientos aceptables de amor y a entender que «todos los sentimientos están bien, pero no todas las acciones que se toman como resultado de estos sentimientos».
Y así sucesivamente.
Como declara orgullosamente la ONU: «Los profesores deben preparar a los niños para tener relaciones sexuales».
¿Cuál es el historial de la propia ONU?
¿Por qué? ¿Por qué corresponde al Estado fomentar el comportamiento sexual de los niños? Más concretamente, ¿por qué alguien permitiría que las Naciones Unidas o la Organización Mundial de la Salud se implicaran en la protección de los niños cuando sus organizaciones han estado repetidamente implicadas en abusos sexuales y violaciones de niños en el tercer mundo?
Según un informe reciente, la OMS incumplió su obligación de hacer frente a los «abusos sexuales generalizados durante la respuesta al ébola en el Congo».
Se alegó que el personal de la OMS estaba al tanto de las graves acusaciones en mayo de 2019, pero no se hizo nada al respecto hasta octubre de 2020 -tenga en cuenta que esta es la organización que quiere microgestionar la educación sexual de los niños occidentales-.
La investigación descubrió que al menos 83 víctimas dijeron haber sido atraídas al trabajo sexual, y la investigación descubrió que a las personas se les prometieron trabajos a cambio de relaciones sexuales durante un momento de extrema vulnerabilidad. Al menos 29 embarazos fueron consecuencia de estos abusos.
«¿Cuántas veces tengo que hablar para que (los médicos) de la OMS responsables de los abusos sexuales sean castigados? Si la OMS no toma medidas radicales, llegaremos a la conclusión de que la organización está podrida por los violadores…», declaró una mujer congoleña, que trabajaba en una clínica de ébola en el noreste del Congo, según informa AP News.
No es la primera vez que se descubre a la OMS o a la ONU abusando de las personas a las que se encarga de ayudar. Uno de los codirectores de AIDS-Free World afirmó: «El proceso en sí es lo contrario de la justicia. La ONU es la única institución del mundo a la que se permite investigarse a sí misma. El director de la OMS eligió a dedo a expertos para dirigir una comisión encargada de investigar las acusaciones penales contra el personal y los altos funcionarios de la agencia».
Además, según The New Humanitarian, la comisión independiente criticó a la OMS «por una ‘tendencia sistemática’ a rechazar todas las denuncias de explotación y abusos sexuales a menos que se hicieran por escrito».
No olvidemos que una investigación de Associated Press de 2017 acusó a 100 miembros de las fuerzas de paz de las Naciones Unidas de dirigir una red de explotación sexual infantil en Haití durante una década, con más de 2.000 denuncias de abusos sexuales presentadas contra miembros de las fuerzas de paz de la ONU.
Por qué una nación permitiría que una organización acusada de abuso institucionalizado de mujeres y niños en naciones del tercer mundo dictara la educación sexual de los menores?
Las Naciones Unidas y la Organización Mundial de la Salud son los últimos lugares de la Tierra de los que deberíamos recibir consejos sobre la salud y la prosperidad de nuestros hijos…
Malcolm Roberts es senador de One Nation por Queensland. Traducción del original en lengua inglesa originalmente publicada en The Spectator Australia realizada por el director editorial de ZENIT.