(ZENIT Noticias / Winona-Rochester, 17.05.2023).- El miércoles 10 de mayo, un grupo de asesores de la Administración de Alimentos y Medicamentos de EE.UU. (FDA) votó unánimemente a favor de que el medicamento anticonceptivo Opill pueda adquirirse sin receta en Estados Unidos. Al parecer, la FDA está a punto de tomar una decisión definitiva este verano. En respuesta a la recomendación del panel de la FDA, el Obispo Robert Barron de Winona-Rochester, y presidente del Comité de Laicos, Matrimonio, Vida Familiar y Juventud de la Conferencia de Obispos Católicos de EE.UU. (USCCB), instó a la agencia gubernamental a rechazar este consejo por «no ser buena medicina» y a continuar sus esfuerzos para proteger la salud de las mujeres.
Mons. Barron expresó su preocupación de que la FDA tenga ante sí la recomendación de aprobar los anticonceptivos hormonales de venta libre cuando, según el Obispo, «existen pruebas contundentes de los numerosos riesgos nocivos para la salud de las mujeres«. De hecho, en mayo de 2022, la FDA cambió sus protocolos de prescripción de seguridad debido a una petición ciudadana de profesionales sanitarios y educadores que planteaba evidencias científicas del aumento del riesgo de cáncer de mama con el uso de anticonceptivos hormonales.
Aseguró: «La fertilidad es un don, no una enfermedad. Los anticonceptivos existen para suprimir las funciones saludables de la reproducción humana. Las pruebas cada vez más numerosas de los numerosos efectos secundarios nocivos de los anticonceptivos hormonales demuestran que no son una buena medicina. Y, sin embargo, ahora la FDA se enfrenta a la decisión de permitir el acceso a los anticonceptivos hormonales sin supervisión médica. Permitir que esto siga adelante es antitético al Juramento Hipocrático que guía a los médicos a primero ‘no hacer daño’, e insto a la FDA a rechazar esta recomendación.»
En mayo de 2022, la FDA reconoció los riesgos de cáncer de mama con el uso de anticonceptivos hormonales cambiando sus protocolos de prescripción de seguridad en respuesta parcial a una Petición Ciudadana presentada por un grupo de profesionales sanitarios y educadores preocupados que formaron el Grupo de Estudio de Anticonceptivos (CSG). La Petición Ciudadana analizaba investigaciones sobre los riesgos de los anticonceptivos hormonales que demostraban numerosos efectos secundarios nocivos y el CSG solicitaba a la FDA que informara al público de esos riesgos mediante un etiquetado razonable (advertencias de «caja negra»).
La FDA publicó una respuesta parcial en la que ofrecía un modesto reconocimiento de los riesgos de cáncer de mama con el uso de anticonceptivos hormonales, y modificó discretamente los protocolos de seguridad para la prescripción, así como la información que debe figurar en los prospectos cuando se dispensa la receta a las pacientes.
El pasado mes de noviembre, la USCCB se unió al Centro Nacional Católico de Bioética (NCBC), la Asociación Médica Católica (CMA) y la Asociación Nacional de Enfermeras Católicas (NACN) para oponerse a la disponibilidad sin receta de Opill sin la supervisión de un profesional sanitario, citando la posibilidad de numerosos efectos secundarios negativos, como fallos orgánicos, enfermedades cardiovasculares o problemas neurológicos.