(ZENIT Noticias – PortaLuz / Madrid, 18.05.2023).- En medio de un exorcismo, por casualidad, un espejo acabó delante de la persona poseída, cuenta en su blog el sacerdote y exorcista norteamericano Stephen Rossetti. Inmediatamente –afirma– fueron sorprendidos pues los demonios que poseían a la persona que estaba siendo asistida, reaccionaron violentamente y gritando intentaron deshacerse del espejo.
«Un antiguo practicante de brujería y ocultismo afirmaba que su “religión” a menudo organizaba fiestas del inframundo en las que se celebraba a determinados demonios. Estos demonios podían tomar posesión de los asistentes. Dijo que era práctica común cubrir los espejos antes de la fiesta porque “los espíritus demoníacos no pueden mirarse a sí mismos (o más bien el reflejo del humano al que poseen esa noche) en los espejos”», relata el exorcista Rossetti quien explica que los demonios «aunque no tengan un cuerpo físico, parece que cuando poseen a un ser humano y se miran en un espejo, ven un atisbo de su horrible maldad. Como a veces digo a los demonios: “¡Dios te hizo hermoso y ahora mira en lo que te has convertido!”».
Los demonios –prosigue reflexionando Rossetti– son feos más allá de toda descripción y ninguna película de terror puede captar la repulsiva fealdad del pecado o de lo demoníaco. Estos ángeles caídos no quieren oír la verdad y no quieren ver la verdad. Así entonces, cabe suponer que su reflejo en un espejo les muestra su fea verdad.
«No conozco a ningún exorcista que use espejos. Me pregunto si sería una buena intervención. Nuestra ‘arma’ durante la batalla espiritual de un exorcismo es la Verdad, que es Jesús. Cuando rezamos el Ritual, escuchan la verdad en palabras. Quizás ver la verdad en un espejo también podría ser bueno…», finaliza Rossetti.