Nacimiento público en México. Foto: e consulta

Episcopado mexicano rechaza retiro de imágenes religiosas en espacios públicos

Los obispos acusaron las ideas contenidas en el documento porque son opresivas y amenazan el patrimonio histórico y cultural de los mexicanos. Además, si se eliminan los símbolos religiosos, la decisión favorece a la posición atea.

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Por: Rafael Manuel Tovar

 

(ZENIT Noticias / Ciudad de México, 11.06.2023).- La Suprema Corte de Justicia en México discutirá el próximo 14 de junio un proyecto para que los municipios no usen recursos públicos para colocar nacimientos o decoraciones religiosas. El Episcopado Mexicano ha rechazado el proyecto.

Todo inició con la aceptación del ministro Juan Luis González Alcántara de la Suprema Corte de Justicia sobre el amparo de Miguel Anguas Rosado, ciudadano ateo que alegó ser discriminado en diciembre de 2020 porque el Ayuntamiento de Chocholá, Yucatán, colocó escenas del nacimiento de Jesucristo en espacios públicos.

El Episcopado Mexicano rechaza el proyecto pendiente en la primera sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación por parte de tres municipios del Estado de Yucatán. Los obispos razonan que violaría la libertad religiosa, los principios constitucionales de un estado laico y el principio de igualdad y no discriminación.

Señalaron que el proyecto se desconecta del valor humano, social y cultural de símbolos religiosos en espacios públicos, especialmente en la situación de violencia y enfrentamiento social que vive el país. Los símbolos religiosos propios de la mayoría de los mexicanos son expresiones culturales que promueven la paz, la convivencia y la misericordia: merecen más respaldo legal que rechazo.

«Pensemos en un momento en los miles de peregrinos, de miles de imágenes de la virgen de Guadalupe que el pueblo venera, en mercados, sitios de transporte, barrios y hospitales que podrían ser arrebatados por una decisión como la que se propone».

El proyecto que discutirá la Suprema Corte de Justicia es distinto al presentado en octubre de 2022, criticado por del Presidente Andrés Manuel López Obrador, aunque tiene la misma finalidad: boicotear expresiones de la religión católica, basándose en el carácter laico del Estado mexicano.

«Ni siquiera los actos de autoridad que encuentren su fundamento en la identidad cultural del País pueden escapar al control de su constitucionalidad y la rigidez con que éste funciona en un Estado democrático, como el mexicano. Que una conducta sea ‘cultural’ no significa que no sea ‘religiosa’, ni mucho menos que no pueda ser violatoria del texto constitucional», afirma el proyecto.

Los obispos acusaron las ideas contenidas en el documento porque son opresivas y amenazan el patrimonio histórico y cultural de los mexicanos. Además, si se eliminan los símbolos religiosos, la decisión favorece a la posición atea.

«En este sentido, el Papa Francisco ha señalado que el debido respeto a las minorías de agnósticos o no creyentes deben ponerse de un modo arbitrario que silencie las convicciones de mayorías creyentes o ignore la riqueza de las tradiciones religiosas, eso, a la larga, fomentaría más el resentimiento que la tolerancia y la paz», advirtieron.

La versión original del proyecto contenía afirmaciones críticas sobre los símbolos religiosos y el papel mismo de la religión, mientras que la versión actual trata los símbolos religiosos en un tono neutral y desde una apreciación parcial de las tradiciones culturales mexicanas.

Aunque a muchos kilómetros de distancia, es notoria la aversión hacia la Iglesia Católica en propuestas de políticos para disminuir su presencia en la vida diaria. Así, El presidente del Centro de Investigaciones Sociológicas del gobierno español, José Félix Tezanos, escribe un artículo polémico en la revista Temas que dirige: «En países como España, en el que existe una notable rigidez ancestral en la fijación de determinadas festividades, sobre todo, de naturaleza religiosa».

El político socialista afirma: «Por eso es frecuente que, cuando determinadas festividades “caen” en martes, miércoles o jueves, se organicen de facto esos disparatados “puentes” –e incluso acueductos– que acaban convirtiendo también en festivos –o al menos en “subproductivos”– los días intermedios entre fiestas». La propuesta del político es «poner las fiestas importantes en lunes o en viernes, con lo cual todo el mundo sabe a qué atenerse de una manera segura, prevista y ordenada». «¿Tanto problema hay para que determinadas fechas se trasladen de un día a otro, o para que en el caso de festividades religiosas el día de descanso se traslade para todos a un lunes o a un viernes?».

Estos casos llevan a la reflexión sobre la posibilidad de que los defensores de la libertad religiosa utilizan este concepto para bloquear las manifestaciones de fe de los católicos, pues no ponen iguales trabas a otras religiones. El manejo manipulado de argumentos y enfoques muestra aversión contra la fe en vez de defensa de valores humanos que se da en algunos grupos políticos.

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Redacción zenit

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