Alessandro Monteduro
(ZENIT Noticias / Roma, 10.09.2023).- Un seminarista fue quemado vivo en la diócesis de Kafanchan, y otro fue secuestrado en el sur de Kaduna. Por desgracia, la caza de religiosos en Nigeria no conoce descanso. No disponemos de datos exhaustivos sobre el número de sacerdotes, religiosos y religiosas secuestrados -y, por desgracia, a veces asesinados- en Nigeria desde principios de año. Lo que es seguro es que no han dejado de aumentar desde hace al menos tres años. Desde hace años, el norte de la nación, en particular, está plagado de ataques de grupos extremistas, y los secuestros de sacerdotes católicos son cada vez más frecuentes, no sólo en el norte, sino también en otras zonas. Estos secuestros -que no siempre terminan bien con la liberación de los consagrados- son practicados por pequeños grupos criminales, a menudo en conexión con facciones yihadistas, con fines de autofinanciación.
Sin embargo, definir como «delincuencia común» lo que ocurre con los sacerdotes católicos es reduccionista y miope. Si nos fijamos en el identikit en sentido estricto de los secuestradores, probablemente no estemos hablando de extremistas sino de sujetos pertenecientes a la delincuencia local, sin embargo, estos pequeños grupos mantienen estrechas relaciones con los diversos grupos yihadistas, de manera que el circuito de dinero que producen secuestrando sacerdotes también alimenta a las organizaciones yihadistas. Sólo en el África subsahariana, incluida Nigeria, existen al menos dos docenas de organizaciones terroristas, no sólo Boko Haram, Al Qaeda o Isis. Sin embargo, el objetivo es común: reclutar, extender, ampliar califatos territoriales.
En Nigeria, los pastores fulani, probablemente los protagonistas del atroz ataque de la noche del 7 de septiembre contra los seminaristas, muchos de ellos armados y radicalizados, entran en las aldeas y disparan a mansalva, matando a cualquiera, incluidos musulmanes. Pero no eligen por casualidad atacar pueblos de mayoría cristiana, en el Cinturón Medio y el Sur de Nigeria. Por eso, en los dos últimos años, ha aumentado considerablemente el número de secuestros de sacerdotes católicos en el sur de Nigeria. Ninguna parte del país, por tanto, es más segura para los nigerianos, y para los cristianos en particular.
Alessandro Monteduro es director de Ayuda a la Iglesia Necesitada en Italia.